Desacuerdo sobre Namibia
LA CONFERENCIA que se ha celebrado entre el 11 y el 13 de mayo, en Lusaka, capital de Zambia, sobre el futuro de Namibia no ha desembocado en resultados concretos, ni siquiera ha sido posible redactar un comuñicado aceptado por los participantes. Sería erróneo, sin embargo, deducir de ello que han sido unas conversaciones carentes de significado. El presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, al dar cuenta de que la conferencia no había tenido éxito, agregó: "Me siento feliz por el mero hecho de que estas conversaciones hayan tenido lugar", dando a entender que se producirían nuevas reuniones. Hace falta recordar algunos datos históricos para situar el marco de ese encuentro de Lusaka, en cierto modo ,sorprendente y extraordinario. Como s.e sabe, Namibia fue una colonia alemana hasta, la primera guerra mundial; despues, la Sociedad de Naciones confió el mandato sobre ese territorio a África del Sur. Pero la ONU, a partir sobre todo de 1966, ha adoptado una serie de decisiones, cada vez más rotundas, que obligan a África del Sur a retirarse de Namibia, organizando unas elecciones democráticas, con un control y garantías internacionales. Hasta ahora, África del Sur se ha negado siste máticamente a cumplir las decisiones de la ONU.En los últimos meses se han producido cambios sustanciales en las relaciones entre los diferentes países del cono sur de África. La. concepción de un progreso de la lucha armada contra el sistema de apartheid impuesto en África del Sur, apoyada desde los países vecinos que han conquistado su independencia, denominados de la finea de frente, se ha ido erosionando al chocar con la realidad de los hechos. Se han impuesto necesidades económicas apremiantes por encima de consideraciones ideológicas. Angola firmó un acuerdo de alto el fuego con África del Sur, que priva de hecho al SWAPO (siglas inglesas de la Organización Política de África Suroccidental y reconocida por la ONU como representación auténtica de Namibia) de sus bases para la acción militar. Poco después, Mozambique ha firmado un tratado de no agresión con Pretoria. Se va imponiendo una nueva tendencia hacia unas relaciones no militares, de cierta normalidad, de convivencia pacífica, de eventuales cooperaciones económicas, entre África del Sur y sus vecinos. EE UU ha contribuido a este proceso, considerando que de esta forma se debilitan las posibilidades de penetraciones soviéticas en esa parte del mundo.
En Namibia, el SWAPO se ve impulsado, lógícamente, a pasar de una lucha principalmente armada a una actividad más bien política. Al mismo tiempo, el costo para el Gobierno de Pretoria, tanto económied cómo político, de mantener su presencia militar y administrativa en Namibia es cada vez mayor. En la conferencia celebrada estos días en Lusaka se sentaron a una misma mesa, por primera vez, los delegados del SWAPO y los de África del Sur; es decir, la organización guerrillera, terrorista, y el poder considerado legal, aunque esté internacionalmente descalificado. Pero estaban también en la mesa los representantes de la Conferencia Multipartidaria, que agrupa a diversas organizaciones que funcionan en Namibia, en gran parte creadas y ayudadas por la Administración surafricana. El SWAPO tiende a negarles, lógicamente, representatívidad; el Gobierno de Pretoria quiere equíparar esas organizaciones -con el SWAPO; éste no quiere renunciar a su definición como la única representación auténtica del pueblo de Namibia, que figura en una resolución de la ONU. El fracaso de la conferencia se ha debido sobre todo a esas contradicciones.
Sería, sin duda, exagerado suponer que los acuerdos de África del Sur con Angola y Mozambique van a poner fin, sin más, a las luchas, incluso con formas violentas, armadas, contra las terribles condiciones qué el apartheid impone al pueblo negro de África del Sur. Los recientes ataques en Durban contra instalaciones petrolíferas lo confirman. Pero, sin duda, tenderán a disminuir. En Namibia es poco probable que el SWAPO retorne a una táctica de lucha basada principalmente enlla violencia armada.
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