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La derecha salvadoreña no reconocerá nunca la legitimidad del triunfo de Duarte

"La derecha salvadoreña no va a impugnar las elecciones del 6 de mayo, pero no reconocerá nunca la legitimidad de la victoria de Duarte". Un portavoz de ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), que dirige el ultraderechista Roberto d'Aubuisson, ha expresado en estos términos la posición de su partido tras conocerse los resultados oficiales que dieron el triunfo al candidato democristiano.

Las alusiones que en cada comparecencia pública hace D'Aubuisson al fraude electoral organizado por la CIA (Agencia Central de Inteligencia) en favor del democristiano José Napoleón Duarte pretendieron en un primer momento restar base política al presidente electo para obligarle a formar un Gobierno de unidad nacional con la inclusión de ARENA, lo que vendría a repetir el modelo inoperante de los últimos dos años.El líder derechista pensaba asegurarse así una parcela de poder, para boicotear desde ella el programa de Duarte y sentar así las bases de su propio triunfo electoral dentro de cinco años. D'Aubuisson se equivocó al pensar que bastaría con levantar la bandera del fraude para que se arrugase su rival y le llamase a compartir el Gobierno por el temor que despierta la presunta complicidad de los cuarteles con ARENA.

Política de alianzas

Lejos de eso, Duarte ha tratado de consolidar su futuro Gobierno sobre otros fundamentos. Con la formación centrista Acción Democrática (AD) ha firmado una alianza, y con el Partido de Conciliación Nacional (PCN) negocia un pacto de oposición constructiva a la italiana. Este último partido no entrará en el ejecutivo salvadoreño, pero tendrá cargos como la fiscalía de la República, y su candidato a la presidencia de la asamblea será apoyado por los diputados democristianos.

Mediante estas alianzas, el presidente electo Duarte se ha asegurado una mayoría parlamentaria para los temas de interés nacional, hasta que el próximo año se celebren nuevas elecciones generales. ARENA y sus aláteres quedan así relegados del poder que pretendían compartir a todo trance.

La decisión de no reconocer la legitimidad del triunfo electoral del candidato democristiano es un indicio elocuente del tipo de oposición que piensa practicar ARENA: frontal, dirigida fundamentalmente a socavar la autoridad presidencial.

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Esto no significa, insisten sus dirigentes, que se vayan a colocar fuera de la escena parlamentaria. Su actitud parecería nacer en el principio tantas veces aplicado por las autoridades coloniales de "acato, pero no cumplo".

Admiten que algunos sectores marginales del partido, los llamados machos que rodearon a D'Aubuisson durante la campaña, serían partidarios de abandonar el marco legal para dinamitar todo el sistema, "pero ésta no es en absoluto la posición oficial del Partido".

A lo largo de la campaña electoral, ARENA se reveló como un partido bien organizado, con abundantes medios económicos, capaz de movilizar masas más numerosas que Duarte. Muchos de esos seguidores fanatizados, estaban dispuestos a salir a la calle para defender la supuesta victoria de su candidato, igual que hicieron los votantes de Arnulfo Arias en Panamá.

ARENA no ha movido ningún resorte para mover a su gente. Esto viene a corroborar la tesis de que al menos en una etapa inicial no intentarán operaciones golpistas contra Duarte, aunque su supuesta ilegitimidad es una carta marcada que se guardan en la bocamanga para lanzarla contra él si amenaza los intereses de la derecha.

Lucha contra la violencia

Sentado sobre este polvorín, no va a serle fácil a José Napoleón Duarte llevar adelante su programa de lucha contra la violencia de extrema derecha, uno de los compromisos formales adquiridos durante la campaña como paso previo a un gran diálogo nacional que pusiera fin a la guerra civil.

La falta de legitimidad electoral es también un argumento al que pueden resultar muy sensibles los militares en el caso de que el presidente trate de realizar depuraciones o aun simples cambios en la cúpula.

Frente a estas amenazas, Duarte cuenta con el pleno respaldo de la Administración de Estados Unidos, que ya empieza a traducirse en una lluvia de dólares en forma de ayuda militar y económica.

Este será sin duda un buen argumento para tranquilizar, al menos temporalmente, al Ejército y a la empresa privada, que no quieren perder su parte en este festín. La pólvora de ARENA estará, pues, mojada durante algún tiempo.

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