El trabajo medido de Víctor Manuel y Ana Belén
Una vez más, el público madrileño de San Isidro, que abarrotó el local, fue testigo del éxito incuestionable de Víctor Manuel y Ana Belén. Dos horas de actuación en las que fueron mezclando temas antiguos y nuevos, concitando un entusiasmo-identificación que se desbordó, en abundantes ocasiones, con miles de mecheros, cerillas y bengalas encendidas.A estas alturas de su carrera, Víctor Manuel y Ana Belén han alcanzado un grado de profesionafidad y eficacia, difícilmente encontrable en otros cantantes españoles. Su trabajo está milimétricamente medido y cuidadosamente elaborado. El resultado es de un impacto seguro, que se basa tanto en la calidad de las canciones como en los arreglos, la capacidad interpretativa de los cantantes y un grupo de acompañamiento que cuenta con algunos de los mejores músicos españoles del momento.
Joan Bautista Humet, Victor Manuel y Ana Belén
Fiestas de San Isidro. Palacio de los Deportes. Madrid, 13 de mayo.
El recital que ofrecen tiene unas claras connotaciones espectaculares, planteado con sencillez, pero sin dejar ningún cabo suelto. Desde el reparto de papeles sobre escena, alternándose en la interprelación de las canciones, hasta el cuidadoso reparto de papeles que integra a la perfección la faceta más propia de cantautor de Víctor con la interpretativa y brillante de Ana. Ambos han logrado fundir sus dispares estilos en un todo común que resulta lo más atrayente de su actuación.
Sin embargo, planeó sobre todo el recital un peligro que se desprende de la propia concepción de espectáculo con que se lo plantean. La fuerza sonora, la perfección de los arreglos, la impecable presencia en escena, contribuyen a acentuar la contundencia del efecto que causan sobre el público, pero también corren el riesgo de q uebrar el precario equilibrio entre lo sugerido y lo evidente que se da en todo concierto.
Esa misma contundencia y espectacularidad refuerza a menudo innecesariamente la evidencia de unas canciones suficientemente expresivas sin necesidad de refuerzos. Lo que el espectáculo gana en impacto y eficacia, pone en peligro la capacidad de sugerencia, de emotividad, de matices.
Joan Bautista Humet hizo una primera parte que fue bien acogida por el público, aunque adoleció de falta de definición y de un exceso de monotonía.
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