Las televisiones iberoamericanas buscan un punto de encuentro

El Encuentro Iberoamericano de Televisión, orgarnizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), concluyó el pasado viernes con una audiencia que el presidente Felipe González ofreció a los asistentes. Este encuentro, cuyo motivo central era establecer las primeras coordinaciones en relación a la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, presentó, aparte de las esperadas promesas de cooperación futura, algunos aspectos que no se discutieron abiertamente y que parecen esenciales para una verdadera unificación de esfuerzos y hacer de la celebración en 1992 algo verdaderamente trascendente.Los acuerdos de cooperación, principalmente entre los directivos del ICI y la Comisión Española del V Centenario y los representantes de algunos canales estatales de televisión de América Latina dejaron de lado tal vez el principal problema que tengan que afrontar cercana ya la fecha de los actos conmemorativos: la de dar una verdadera y amplia cobertura a estos actos en un trabajo común, con los canales privados de televisión.

Se pierden largas horas en discusiones teóricas y filosóficas y no se va a la práctica, como a la manera en que funcionarán los derechos televisivos durante los seis meses de duración de la Feria Chicago-Sevilla, decía uno de estos directivos. "Somos conscientes de la importancia de estas fechas para la comunidad iberoamericana, y por eso nos parece absurdo el tener que hacerlo solamente mediante programas folklóricos o turísticos. Nuestros acuerdos deben tender a asuntos de mayor profundidad y trascendencia en la mejora de nuestras relaciones".

A lo largo de las distintas jornadas de trabajo se mencionó lo desproporcionado del despliegue de medios televisivos de Estados Unidos, que ya vienen preparando sus programas de publicidad y comercio en relación a los actos conmemorativos. Las posibilidades técnicas de que disponen los norteamericanos van a deslucir sin duda los esfuerzos que pudiera hacer cualquiera de los canales latinoamericanos, si no se estructura una plataforma de operaciones tendentes a coordinar los esfuerzos y amortiguar los costes.

El que se esté coordinando con comisiones mayoritariamente gubernamentales tiene el peligro de no coincidir en la realidad práctica de los canales de televisión, de los que se demanda esfuerzo y apoyo. Haría falta desoficializar, en la medida de lo posible, los planes de cooperación en áreas en las que los conflictos de interés tiendan a restarle importancia y espacio a la difusión de los programas proyectados. No para favorecer económicamente a unas pocas empresas privadas, pero sí hablando en un lenguaje que contemple ciertas facilidades y respaldo a empresas dispuestas a colaborar con su infraestructura al éxito de los actos conmemorativos del V Centenario.