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LA LIDIA / FERIA DE SEVILLA

El triunfo de un modesto

Un año más, la corrida de la Resaca, la de los guardiolas, dio el triunfo a un modesto. Manuel Ruiz, Manili, cortito en estatura y en palabras, se agigantó en el albero maestrante. Fue sin duda el triunfador de la tarde, ante un público eminentemente taurino, falto del colorido turístico y de los famosos que se han dejado ver en las barreras durante la semana. Incluso en el palco de autoridades se echaba en falta la presencia del presidente de la Junta o de sus consejeros, que tanto se han dejado ver en festejos anteriores. Era una corrida que no vestía. Pero hubo toros: los guardiolas.Como siempre, el empresario de la Maestranza ha dejado, en lo que a reses se refiere, lo bueno para el postre. El de ayer fue el mejor encierro con diferencia de la Feria, de una Feria torerista que hace dos concesiones toristas en los últimos días del cartel, protagonizados en los últimos años por los toros de Miura y los de Guardiola. Y si el domingo lo de Miura fue un fiasco, la de ayer fue una auténtica corrida torista.

Plaza de Sevilla, 7 de mayo

Undécima y última corrida de Feria.Seis toros de Doña María Luisa Domínguez Pérez de Vargas. Bravos, dieron buen juego en líneas generales. Todos fueron muy bien al caballo. Manolo Cortés: un pinchazo, media y cuatro descabellos (silencio); -bajonazo (algunos pitos). Manuel Ruiz, Manili. dos pinchazos y estocada (vuelta); estocada delantera y aviso (dos orejas). Pepe Luis Vargas: estocada tendida (ovación); bajonazo (ovación).

Era un primor, un auténtico deleite para el aficionado, el ver cómo los morlacos de los ganaderos de la Puerta de Jerez acudían con fiereza al caballo, metiendo los riñones, levantando el rabo, yendo de lejos y derribando en ocasiones a fuerza de bravura, de casta. Y no se caían. Ni uno solo salió cojo, bereando o con mal estilo. Iban con nobleza a la capa, encelándose con el percal hasta agobiar a los toreros.

El corazón al lado de la franela

Manili realizó su toreo. El de Cantillana no es un exquisito. Su toreo no está enhebrado con seda, no huele a romero, no tiene hondura, pero sí en cambio pone el corazón justo al lado de la franela, busca la emoción, arriesga, pelea y a veces hasta domina. El público, que sabe de las fatiguitas que lleva este torero con diez años ya de alternativa, se encariña con él lo bastante como para perdonarle las evidentes deficiencias de su toreo. El primero que le tocó fue un toro de bandera, bravo, que embestía con nobleza y suavidad. Todo un bombón. Empeñado en echarle valor, Manili no advirtió la bondad del toro, y en realidad lo agobié, confundió y acabó por medio estropearlo. Equivocó su lidia, pero a pesar de eso fue premiado con la vuelta al ruedo. Se desquitó en el segundo, también bravo, que peleó como sus hermanos en los caballos y que llegó a la muleta con más dificultades. Ahí sí le ganó Manili el pulso al toro, y el público lo supo ver y premiar. El presidente hizo sonar un aviso justo cuando el toro doblaba, y eso provocó en los aficionados una reacción en favor de Manili y le dio a la petición de oreja tales dimensiones que el presidente tuvo que ceder y otorgar la segunda.Decepcionaron Pepe Luis Vargas y Manolo Cortés. Cortés anduvo desconfiado, como con desgana. Dejó pasar una nueva oportunidad. Toreó siempre con el pico, de perfil. En su segundo no clavó ni una sola vez los pies en la arena. Le quemaba el suelo. Lo peor de todo fue que no parecía importarle el fracaso. Era como si estuviera en otro. sitio, y no en la Maestranza. Manolo Cortés, torero de trayectoria confusa al que lo mismo se ha visto haciendo cartel con Curro Romero y Paula en terna anunciada como de arte y duendes como en corridas duras y ásperas, del brazo de Ruiz Miguel, parece no tener más virtud que gozar con la protección de padrinos empeñados en vender el producto, metido en un envoltorio o en otro. Son ya muchas las oportunidades de las que ha gozado y goza, pese a lo cual ve cómo año tras año se marcha el tren de los éxitos.

Vargas no fue aquel de la corrida primera, y eso que estaba en plenitud de facultades físicas. No se acopló en ninguno de los dos toros. Estuvo valiente, arriesgó, salió trompicado en alguna ocasión e incluso logró algunos pases. Pero no comprendió a ninguno de sus dos enemigos, sino que más bien los estropeó. Midió mal la distancia casi siempre en el tercero, y en el sexto no midió bien el castigo en caballos y le llegó demasiado deshinchado a la muleta. Se esperaba con interés su actuación de ayer tras la del viernes, en la que se le vio madera de triunfador. Pero todo se quedó en nada.

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