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MÚSICA

Recuperar la variedad y expresión musical de la Semana Santa

Los días de Cuaresma y Semana Santa tienen en Europa una significación musical muy honda. No en vano, si hiciéramos abstracción de la inspiración religiosa, la historia de la música, como otras manifestaciones del pensamiento cultural, sufriría una insoportable mutilación.España, tan varia y rica en tradiciones musicales culto-populares, dueña de un pasado que constituye una de las más bellas y trascendentes aportaciones a la cultura general occidental, viene recuperando, de manera progresiva, no sólo sus expresiones de los tiempos dorados -los de los grandes polifonistas- sino también la herencia de los siglos siguientes, al tiempo que estrena partituras de los creadores actuales.

Este año, en la Semana de Música Religiosa de Cuenca, corresponde a Carmelo Bernaola presentar una partitura importante: Las siete palabras, para solos, coro y orquesta, precedidas de un breve Cántico.

Con la Semana de Cuenca, acaso la manifestación fundamental de música religiosa, que este año ha invitado a la Chapelle Royal, de París, para interpretar barrocos franceses, Barcelona celebra otro ciclo, en las fechas anteriores a la Semana de Pasión, patrocinado por la Caja de Pensiones, y dentro del Festival Internacional de Orquestas, Murcia incluye La Pasión según san Mateo. El País Vasco, tierra de coros, no queda a la zaga, y habría que aludir a la versión de El Mesías llevada por la Orquesta de Euskadi por distintas ciudades.

Madrid, tan próximo a Cuenca que de la capital sale buena parte del público asistente a la semana religiosa, tiene sus manifestaciones propias: Coro de Radio y Televisión, con un programa Victoria; Bach Collegium Musicum, con las pasiones y cantatas de Bach; numerosos recitales de órgano (monasterio de la Encarnación, iglesia de San Manuel y San Benito, parroquia de Santa Cruz). En El Escorial, la Escolanía del Valle de los Caídos baja al teatro Carlos III y explica su manera de entender gregoriano y polifonía.

Desfiles y tradiciones

En Berga o Esparraguera, las representaciones sacropopulares mantienen la antigua tradición catalana de los misteri, y durante las procesiones de Andalucía saltan al aire las saetas, una de las más primitivas y auténticas formas del cante jondo. A veces la música en los desfiles procesionales adquiere tal valor, junto a la imaginería y la entera liturgia de las celebraciones, que, independientemente de su valor religioso, se alza como pura organización artística: es el caso de la procesión del silencio en Orihuela, la más bella y simple escenografía que ningún Zeffirelli pudo soñar, o la de ciertas cofradías de pescadores, que, descalzos y junto al mar, transportan las imágenes del Crucificado en pueblos de Levante.

La expresión musical de la Semana Santa adquiere entre nosotros tal cúmulo de variedades que, llegado el tiempo, apenas se sabe a dónde acudir. Ni siquiera los imperativos turísticos que hacen de la Semana Santa simple período vacacional han podido con la otra Semana de Pasión que no decrece en intensidad ni en autenticidad.

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