EE UU se adelanta a la denuncia de Managua rechazando la jurisdicción del Tribunal de La Haya sobre Centroamérica
La Administración norteamericana ha comunicado al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya (auténtico poder judicial de la ONU) que no aceptará su jurisdicción sobre conflictos en Centroamérica durante los próximos dos años, anticipándose así a los propósitos del Gobierno sandinista, que ayer presentó una demanda por el minado de sus puertos y solicitó que el tribunal ordenara a Washington que finalizase su apoyo a las organizaciones que quieren derribar por la fuerza el régimen de Managua.
El embajador nicaragüense en Holanda, Carlos Argüello, declaró ayer que su Gobierno ha pedido al tribunal internacional que declare ilegales todas las "actividades encubiertas" contra su país. En relación al minado de varios de los puertos de Nicaragua Argüello aseguró: "Nuestros asesores legales dicen que tenemos amplia evidencia de que las minas fueron colocadas con participación norteamericana"Washington se ha acogido a los estatutos de los organismos internacionales para maniatar a las autoridades nicaragüenses, que según el comandante Daniel Ortega hacen frente a la mayor ofensiva militar de cuantas ha emprendido hasta ahora la guerrilla antisandinista. Estados Unidos recurrió a este tribunal, sin embargo, en 1980, después de el personal de su embajada en Teherán fuera mantenido como rehén.
A diferencia de otros ensayos que llevaron a cabo en el pasado los grupos contrarrevolucionarios, Managua sostiene que en esta ocasión ha sido directamente la Agencia Central de Inteligencia (CIA) la que ha minado el puerto de Corinto, que canaliza el 80% del comercio exterior nicaragüense. Así lo afirma también el diario Wall Street Journal, nada sospechoso de complicidad con los sandinistas. El Departamento de Estado ni siquiera se ha ocupado de desmentirlo, en tanto que reaccionó con evidente desagrado ante la oferta francesa de cooperar en la desactivación de las minas.
Sergio Ramírez, miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional de Managua, declara que, por primera vez en la historia, un país que sostiene relaciones diplomáticas teóricamente normales con otro mina sus puertos y obtiene el apoyo parlamentario para destinar fondos públicos (la última partida es de 21 millones de dólares, unos 3.150 millones de pesetas) a fin de hacerle la guerra.
Se multiplican los episodios que involucran cada vez más directamente a Estados Unidos en la guerra interna de Nicaragua. El último es el hallazgo al norte de Costa Rica de un avión Douglas DC-3 que se estrelló con cuatro norteamericanos y tres nicaragüenses a bordo, cuando transportaba armas para la organización que dirige Edén Pastora.
Los dirigentes de la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), que tiene su cuartel general en Tegucigalpa, ni siquiera ocultan a los periodistas que sus combatientes están armados con los fusiles soviéticos AK que los marines tomaron durante la ocupación de Granada.
El minado de los puertos forma parte de una guerra cuyo objetivo estratégico en su fase actual es el estrangulamiento económico de Nicaragua. Con excepción de Pastora, que pelea un tanto por su cuenta en la zona del río San Juan, una de las más deprimidas del país, las fuerzas de tarea de la FDN se han fijado ante todo objetivos económicos: presas, puentes, grandes plantaciones y puertos.
Un comunicado oficial del Gobierno nicaragüense admite que se está combatiendo en seis departamentos del norte: Estelí, Matagalpa, Madriz, Nueva Segovia, Jinotega y Zelaya. El número de guerrilleros antisandinistas que se encuentra actualmente en el interior de Nicaragua se estima en un mínimo de 8.000.
Las autoridades de Managua califican en documentos internos citados por la agencia Efe que la situación económica se ha vuelto "sumamente difícil" y apuntan como causa la agresión exterior y ciertos problemas productivos. La inflación del año pasado ha sido del 45% y para 1984 se espera un incremento de 13 puntos.
Esto ha provocado un notable deterioro en el nivel de vida de las clases más humildes, sustento natural del Frente Sandinista. La recuperación económica pasa además por un programa de austeridad que seguirá mermando su ya escaso poder adquisitivo.
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