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Tribuna:Un artículo inédito de Salvador de Madariaga
Tribuna
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La ayuda a los refugiados españoles

El artículo que a continuación publicamos fue escrito en 1978 por Salvador de Madariaga y, por diversas razones, ha permanecido inédito hasta ahora. Fue recientemente enviado por la viuda del historiador, Emilia de Madariaga, al presidente de la Sociedad de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles, Juan José Linz, con el ruego de que se remitiese, a su vez, a este periódico. Los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles constituyen una asociación, con sede en Madrid, dedicada a continuar la obra de Spanish Refugee Aid (SRA), institución a la que se refiere Salvador de Madariaga en este artículo póstumo. Miembros del SRA fueron, entre otros, aparte de su directora, Nancy Macdonald, Herman Badillo, Noam Choinsky, Francisco García Lorca, Michael Harrington, Christopher Isherwood, Mary McCarthy, Ramón Sender, Barbara Probst Salomon y Charles Zimmerman. En el año 1982, el Gobierno español concedió la medalla de Isabel la Católica a Nancy MacDonald. En la actualidad, entre los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles se integran Carmen Aldecoa, Justino de Azcárate, Antonio Garrigues Walker, Francisco Giner, Pedro Laín Entralgo, José Lladó, Gregorio Marañón, Juan Marichal, Joaquín Ruiz-Giménez, Joaquín Satrústegui, José Vidal. Beneyto y la propia Emilia de Madariaga, además de Linz. De acuerdo con el último censo, el número de personas acogidas a esta asociación asciende a 494.

La obra norteamericana de la que deseo escribir hoy es de la Ayuda a los Refugiados Españoles, fundada en 1953 asociando ciertos grupos que espontáneamente se han ocupado de estos adversarios de la dictadura, apolíticos que directa o indirectamente se vieron privados de su centro de trabajo y obligados a refugiarse en Francia.Lo que sobresale de esta labor, cuyo espíritu rector fue Nancy MacDonald, fue una admirable libertad política. Por ejemplo, en el caso delicado y particular del comunismo y los comunistas, la nueva organización se negó a colaborar con los organismos análogos comunistas, pero nunca rechazó al necesitado por el mero hecho de ser ficha política. Comenzó teniendo por presidentes de honor a Pablo Casals y al ex presidente de México Lázaro Cárdenas, al que eventualmente sucedí yo. Esta circunstancia. me permitió conocer de cerca la labor de Nancy MacDonald y de sus colaboradores de ambos sexos en Francia; y tengo la satisfacción de poder asegurar que el modo de socorrer a nuestros necesitados me pareció lo más inteligente, positivo, económico y humano que en tan difícil arte he tenido la fortuna de conocer.

La SRA (Spanish Refugee Aid) se enfrentó a los casos concretos con un amplio sector de actividad, que se ocupaba, no sólo de la vivienda, el alimento y el vestir, sino de la educación de los jóvenes y de la salud de todos.

Fundada en 1953, se calcula que a fines del. año pasado (por 1977) había reunido cuatro millones de dólares, socorriendo a unas 13.000 o 14.000 personas, y distribuido lo menos 102 toneladas de ropa, herramientas, aparatos quirúrgicos para mutilados, instrumentos de música, máquinas de escribir, colchones y camas, estufas.... en fin, todo lo que imaginar cabe, estudiándolo cada vez con una inteligencia genuina y un sentido práctico muy de admirar.

¿De dónde los fondos? De los bolsillos de los norteamericanos sobre todo, pues allá es donde se hacían las operaciones de financiación. Importa, sobre todo a quienes podamos abrigar nuestras reservas sobre la política que entonces creyeron tener que hacer los del Pentágono, que la sensibilidad de los norteamericanos para con los españoles fue muy digna de elogio.

La causa halló su espíritu creador en Nancy MacDonald, a la que considero que la nación española debe una deuda moral. Es tiempo ahora, cuando ya se respiran en España aires de libertad, de que nuestra nación haga acto público de agradecimiento a todas las personas que, sin pensar en ellas mismas, arrimaron el hombro a la labor, gentes numerosas y nobles, que, a mi modo de ver, están bien representadas por la norteamericana benemérita Nancy MacDonald.

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