La crisis de América Latina sólo se superará con tipos de interés más bajos y aumentando los plazos de amortización
Reducción de los tipos de interés, aumento de los plazos de los vencimientos y períodos de gracia más largos, mantenimiento de nuevos créditos, disminución del proteccionismo en el mundo industrializado y no comprometer los ingresos provenientes de las exportaciones más allá de porcentajes razonables son los criterios que definen el marco global de la renegociación de la deuda de América Latina, que a finales de 1983 ascendía a 332.460 millones de dólares (alrededor de 50 billones de pesetas), según las últimas cifras oficiales procedentes de los organismos financieros internacionales.
Desde el mes de enero pasado se han multiplicado las reuniones de los organismos que coordinan a todos los países latinoamericanos, en la búsqueda de un marco multilateral para la renegociación de la deuda, sin que ello signifique la creación de club de deudores, ya que, por el momento, todos los actores admiten una situación de heterogeneidad tras las distintas rondas de reestructuración del endeudamiento externo.Primero fue la Conferencia Económica Latinoamericana, celebrada en Quito a mediados de enero. El presidente ecuatoriano, Oswaldo Hurtado, convocó a 26 países latinoamericanos y del Caribe, representados por cinco jefes de Gobierno, 3 vicepresidentes, 10 cancilleres y 8 delegados presidenciales, que suscribieron lo que se considera ya la histórica Declaración de Quito y un plan de acción conjunto para reactivar la economía, y, en especial, propuestas específicas sobre la deuda externa. En esta declaración se admitió por primera vez que "la responsabilidad del problema de la deuda externa debe ser compartida tanto por los países deudores como por los países desarrollados, la banca privada internacional y los organismos financieros multilaterales".
En Quito se marcaron los criterios generales para renegociación, que luego han sido profundizados en las asambleas del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), del Grupo Latinoamericano, que preside el peruano Manuel Ulloa, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), celebrada en Punta del Este (Uruguay) los primeros días de este mes, y de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), desarrollada en Lima hasta el pasado viernes.
Las orientaciones básicas
Los criterios básicos consensuados en todas estas ocasiones son los siguientes:- En las renegociaciones de la deuda externa no deben comprometerse los ingresos provenientes de las exportaciones más allá de porcentajes razonables, compatibles con el mantenimiento de niveles adecuados de la actividad productiva interna, considerando las características propias de las economías de cada país.
- Deben incorporarse fórmulas para reducir los pagos por concepto del servicio de la deuda, mediante la reducción drástica de los intereses, comisiones y márgenes por todo concepto, que aumentan considerablemente los costos de refinanciamiento. Asimismo, deben explorarse mecanismos para estabilizar en el tiempo el monto de recursos que se asignan al servicio de: la deuda, conforme el perfil de pago de cada país.
- Es necesario convenir plazos y vencimientos sustancialmente más largos que los actuales y períodos de gracia más amplios, y examinar, con la mayor urgencia, la posibilidad de transformar una porción considerable de la deuda acumulada en obligaciones de largo plazo, para, lo cual deberá contarse con la cooperación de los Gobiernos de los países desarrollados y de los organismos financieros internacionales.
- Debe asegurarse, para todos los países de la región, el mantenimiento de un flujo adecuado y creciente de nuevos recursos financieros, tanto públicos como privados, a través del otorgamiento de créditos comerciales y financieros adicionales, como un componente esencial de las renegociaciones de la deuda externa y para garantizar el proceso de desarrollo económico y social de los países de América Latina y el Caribe.
- Asimismo, con el objeto de fortalecer la capacidad de pago de estos países, los procesos de renegociación de la deuda deberán ser acompañados por medidas comerciales indispensables para mejorar las condiciones de acceso de los productos de exportación a los mercados mundiales y la eliminación de las crecientes prácticas proteccionistas por parte de los países desarrollados.
En el análisis que la CEPAL ha hecho ahora de la crisis latinoamericana se advierte que "la situación de endeudamiento comenzó a causar preocupaciones a fines del decenio de los años setenta, cuando ya alcanzaba los 200.000 millones de dólares. Sin embargo, estas inquietudes fueron atenuadas por la evolución del ciclo internacional y el desarrollo de la región en el campo de las exportaciones".
"La situación cambió fundamentalmente a comienzo de los años ochenta. A comienzo de la presente década, la coyuntura internacional cambió espectacularmente de signo, debido al aumento de las tasas de interés y a la persistente y pronunciada caída de la relación de precios de intercambio, con consecuencias particularmente agudas para los países más endeudados de América Latina. Las tasas de interés, tras ser negativas o apenas ligeramente positivas durante todo el decenio pasado, subieron violentamente en términos reales. Este fenómeno se vio agravado por el hecho de que, con bastante anticipación, la relación de precios de intercambio se deterioró drásticamente".
La combinación perversa de ambos factores agravó las dificultades creadas por la deuda externa: conforme aumentaba su servicio, disminuían los ingresos obtenidos por los países latinoamericanos por sus exportaciones. "Es así", dice la CEPAL, "como ellos se vieron forzados a contratar nuevas deudas tan sólo para hacer frente a los intereses de la deuda acumulada".
En el período 1982-1983 se hace presente un factor singularmente influyente de aceleración de la crisis: se trata de la gran contracción provocada por el sistema financiero privado como reacción ante la crisis. Los bancos privados, que suministraron el grueso del financiamiento externo de América Latina durante la década de los setenta, a través de créditos cuya tasa de crecimiento superó el 20% anual a finales de la década, redujeron éstos en forma brutal durante los dos últimos años, determinando una brusca caída en el ingreso de capitales en América Latina. Esta caída habría sido aún mayor de no haber mediado la acción de los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional.
Todo esto ha determinado, en palabras de Enrique Iglesias, secretario general de la CEPAL, que "América Latina pasara a ser exportadora neta de recursos, revirtiendo así una tendencia histórica, en flagrante contradicción con la naturaleza de importadores netos de capital propia de los países en desarrollo".
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