La siderurgia, el sector más afectado por la crisis
El dramático problema francés planteado por la reestructuración de la siderurgia no es único. Los astilleros y la minería, nacionalizada en este país, son los otros dos sectores más afectados por la reconversión industrial.Pero es la siderurgia, sobre todo en la región de Lorena, la que ha recibido el impacto más brutalmente. Hasta el momento, empleados y sindicatos esperaban que el Gobierno operara en función de los intereses sociales. Pero lo que ha primado a la hora de la modernización y supresión de empresas han sido las razones económicas de cara a la competitividad internacional.
El problema de la siderurgia de este país, en números, se define como sigue: desde 1966 hasta 1981, cinco planes sucesivos de salvamento de la siderurgia le han costado al Gobierno 60.000 millones de francos (algo más de un billón de pesetas) de inversiones; en los últimos tres años, el Estado ha tenido que adelantar 17.000 millones de francos. Las pérdidas del sector en 1983 fueron de 10.000 millones de francos, y se espera el mismo déficit este año.
Paralelamente, como el problema es igual en los demás países de la CEE, ésta ha decidido prohibir la subvención de dicha industria a partir de 1986; de aquí que en el plano comunitario se impone o la modernización o el hundimiento. Por ello, además de suprimir empresas o de modernizarlas, Francia se ha impuesto el recorte laboral: en los últimos 13 años, el sector siderúrgico ya había perdido 60.000 empleos y actualmente mantiene en actividad 90.000. Ahora se ha decidido suprimir cerca de 30.000 empleos.
Para situar la cuestión en relación con el caso español hay que considerar que, en nuestro país, se crearon los fondos de promoción de empleo, que tienen como objeto absorber el excedente laboral derivado de la modernización. En teoría, se trata de un mecanismo de reciclaje profesional y recolocación de los trabajadores afectados.
El tiempo de permanencia en los fondos se establece en tres años, y durante este período se garantiza un salario equivalente al 80% de las percepciones brutas que recibirían si estuvieran en activo. Los tres años de permanencia se amplían para aquellos trabajadores mayores de 55 años, en cuyo caso este período se alarga hasta que puedan enlazar con la jubilación anticipada, a los 60 años.
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