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Semana decisiva en Francia para la supervivencia de la coalición de socialistas y comunistas

El Gobierno socialista del presidente François Mitterrand vive el momento más inquietante desde que este último accedió a la presidencia de la República francesa en mayo de 1981. La semana que empieza hoy será decisiva para la supervivencia de la coalición gubernamental socialistas-comunistas. El plan de reestructuración de la siderurgia, "absolutamente capitalista", ha rebelado a una fracción importante del electorado de izquierdas contra toda la gestión de Mitterrand, semejante, en efecto, a la de cualquier país industrializado gobernado por la derecha.Esta noche, el secretario general del Partido Comunista francés (PCF), Georges Marchais, será el protagonista de una emisión importante de televisión. Pasado mañana, miércoles, el presidente Mitterrand ofrecerá una conferencia de prensa. El mismo día, todos los sindicatos han convocado una huelga en el sector siderúrgico. Para el día 13, los obreros del acero de la región de Lorena vendrán a París a desfilar ante el palacio del Elíseo.

Desde anteayer, cuatro parlamentarios del Partido Socialista (PS) se han retirado del grupo parlamentario y dos dirigentes nacionales del mismo partido del Gobierno han dimitido. En Lorena, los obreros gritan "Mitterrand, dimisión", y queman sus retratos en público.

Todos estos elementos componen la situación explosiva que vive, en su interior, la coalición gubernamental, que la reestructuración siderúrgica no ha hecho más que dramatizar, porque más de 20.000 personas van a quedarse en la calle, sin trabajo.

Mitterrand, en efecto, al cabo de tres años de mando, ha despojado al Gobierno de la ideología en base a la cual había elaborado un programa que una vez en el poder, frente a los hechos, se reveló impracticable.

La siderurgia ha sido la gota de agua que ha desbordado el vaso del descontento que, más o menos agudamente, ya habían manifestado otras veces los comunistas, sobre todo, y también una fracción importante de los socialistas. Todos ellos creen que Mitterrand se ha convertido en un gestor de la crisis capitalista.

Y ahora los comunistas lo dicen: el líder del PCF lleva tres días repitiéndolo y afirma que la política de Mitterrand "es un error trágico", y que hay que cumplir Ias promesas de mayo de 1981", cuando los socialistas llegaron al poder.

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Durante todo el fin de semana, los dirigentes comunistas y sus cuatro ministros han examinado la situación creada en el mundo obrero.

Si consideran que ha llegado el momento de retirarse del Gobierno para capitalizar el descontento de una parte importante de la base que votó a Mitterrand, se sabrá en las horas próximas. Ya se habla del pulso Mitterrand-Marchais.

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