Bruckner, en su esencia, por la Orquesta de Leipzig
En su segundo concierto, la Orquesta de la Gewendhaus de Leipzig y su director, Kurt Masur, dieron máxima medida de su valía y, casi podría decirse, de su especialización. La Tercera sinfonía, de Anton Bruckner, obtuvo una versión absolutamente espléndida: desentrañada, cálida, transparente y, sin mayor pedantería, situada en su lugar históríco-estétíco. Estábamos ante unos pentagramas herederos del romanticismo, desde Beethoven a Wagner (la obra está dedicada al autor de la tetralogía), pero especialmente hijos de Schubert; tanto, por lo menos, como padres de Gustav Mahler.Fue precisamente Mahler quien preparó la reducción pianística de la Tercera sinfonía, trabajo que en sinfonías anteriores llevaban a cabo los hermanos Schalk. Cuenta Alma Mahler que Bruckner se entusiasmó con la realización de Mahler hasta exclamar: "Ya no necesito de los Schalk". En la Tercera sinfonía, de la que el autor hizo tres versiones en las cuales fueron desapareciendo las citas de Wagner por expreso consejo de éste, resplandece la grandeza de la concepción sinfónica bruckneriana y su capacidad para ampliar las estructuras formales a partir de ideas simples, a veces entroncadas con la lírica popular. La tónica general de impostación épica y la lucha terminada en triunfo que los comentaristas ven en tan significativos pentagramas no tiene demasiado que ver con el dramatismo beethoveniano. Desde su pensamiento artesanal, Bruckner opera dentro del puro terreno de lo musical, lo que no quiere decir que se distancie de su obra. Todo lo contrario: pocas veces quedará tan claro un principio que ni siquiera voluntariamente puede modificar el creador: la obra es el hombre que la compone.
Orquesta de la Gewendhaus, Leipzig
Director: Kurt Masur. Solista: Peter Roesel, piano. Obras de Prokofiev y Bruckner. Teatro Real, 27 de marzo.
Masur y los instrumentistas de Leipzig redondearon el homenaje a Wagner con una interpretación modélica, como criterio, de la obertura de Los maestros cantores, ofrecida fuera de programa.
En la primera parte, el pianista de Dresde Peter Roesel (1945) protagonizó el Segundo concierto de Prokofiev desde una técnica de alto virtuosismo que justifica cuantos premios y triunfos ha logrado el solista de la República Democrática Alemana. Su mecanismo espectacular sirvió con fidelidad a la música de Prokofiev, tan rica de imaginación conceptual e instrumental. Terminó, pues, en punta la visita a Madrid de la Gewendhaus, en la que nuevamente brillaron con especial calidad las secciones de cuerda. El maestro Masur y sus músicos nos demostraron en Bruckner cómo pueden permanecer vivas las mejores tradiciones musicales en su técnica y en su esencia.
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