El incidente del Hospital de Asturias
En días pasados tuve ocasión de leer, con asombro e indignación, el atentado del que fue objeto una paciente del Hospital General de Asturias a manos de tres señores con bata blanca, a quienes me niego a considerar como médicos o compañeros de profesión, por más títulos que acrediten el haber realizado determinados estudios.No salgo de mi estupor al comprobar con tristeza y preocupación, en su diario de fecha 21 de marzo, que en una asamblea de médicos residentes del mismo hospital se ha acordado apoyar a los señores antes aludidos, justificando de este modo su incalificable conducta. Parece ser, por otra parte, que el director médico del hospital se suma también a esta petición de clemencia ante las autoridades sanitarias. (Curiosa manera de dirigir un hospital que permite a sus médicos de guardia embriagarse, y acudir alegremente a divertir se con los pacientes.) Seamos serios. Está claro que en este país, desgraciadamente, las presiones corporativistas por parte de determinados miembros del estamento sanitario estarán siempre por encima de una serie de consideraciones éticas y morales que quizá no tengan una traducción jurídica o legal, pero que, a mi entender, deben presidir la actuación de cualquier profesional de la medicina.
Es una pena, pero hechos como el comentado no hacen sino minar la confianza que la sociedad tiene depositada en los médicos, degradan su imagen y hacen inviable cualquier intento de reforma de la sanidad española, por más que alcen sus airadas voces el señor Rivera y el Consejo General de Colegios Médicos. (No sé cuál será su
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