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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Elena Obranova y Alberto Erede defendieron 'Cavalleria rusticana' y 'Payasos'

Ni el director musical (Alberto Erede) ni el escénico (José Osuna) han pretendido renovación alguna al montar Cavalleria rusticana y Payasos. Su trabajo se movió dentro de un tradicionalismo simplificado, que en algunos momentos alcanzó niveles de excelencia. Pienso concretamente en la labor de la mezzo Elena Obratzova (Leningrado, 1937), que nos sorprendió hace unos años con una Carmen fuera de serie.La Obratzova posee una voz hermosa, un timbre fuertemente coloreado, casi zurbaranesco, y una expresividad de irresistible poder. Es gran cantante y gran actriz, por lo que hace de la ópera lo que es: teatro y música indisolublemente entrafiados. Cierto que la sensación de la Carmen no ha sido alcanzada con la Santuzza, pero es que entre un personaje y otro hay tanta diferencia como la que separa a Bizet de Mascagni. Con todas las bellezas, tendentes casi siempre a una lírica dulzona, que a Cavallería aportó d signore Mascagni, la obra muestra hoy evidentes arrugas. Quizá su éxito, más que a la musa del compositor, se debió a la explotación de una literatura tan en boga, a la sazón, como la de Giovanni Verga.

Temporada lírica oficial

Cavalleria rusticana, de Mascagni, y Payasos, de Leoncavallo.Intérpretes principales: Elena Obratzova, Gianfranco Cecehele, Belén Genicio, Antonio Blancas, Carmen Hemández, Benito Dibella, José Javier Alaba. Coro titular. Director. José Perera. Escenarios: Carlos Vidurre. Figurines: Elisa Ruiz. Coreografía: Elvira Sanz. Director musical: Alberto Erede. Director escénico: José Osuna. Teatro de la Zarzuela, Madrid; 23 de marzo de 1984.

Su libro de narraciones La vida de los campos, en el que encontramos Cavalleria, es de 1880, 10 años anterior a la ópera, y había sido drama con éxito en 1884. El naturalismo (Giovanni Verga nace en el mismo año que Zola) y el folklorismo se alían bien enraizados en el melodrama italiano, para descubrir a la burguesía alta y media, estabilizada o naciente, los dramas y las pasiones de los de abajo. Un poco más adelante, Joaquín Dicenta enfocará la cuestión por vías presocialistas.

La sustitución de Gianfranco Cecchele

Por enfermedad de Francisco Ortiz, se encargó de Turiddu el tenor Gianfranco Cecchele, contratado para el Canio de Payasos. En una y otra pieza el cantante italiano lució amplitud de medios, intensidad lírica y dramática y cantabilidad de la mejor ley. Bien la Lucia de Mabel Perelstein; más que bien el Alfio de Antonio Blancas, barítono al que quizá no se ha prestado la atención que merece, y digna de los aplausos recibidos Belén Genicio, en Lola.Con sólo un par de años de diferencia con respecto a Cavalleria Rusticana, el compositor Leoncavallo se muestra mucho más moderno en la conceppión teatral y musical de la producción de Payasos. Al escuchar los procedimientos dramáticos y orquestales de Leoncavallo, el asombro es mayor si tenemos en cuenta que Puccini ha aparecido sólo con Le villi y Edgar; al fondo de todos el gran padre Verdi, que, con perdón de muchos comentaristas musicales, ya estaba haciendo verismo en Rigoletto (1851).

Rentabilidad de los elementos artísticos

Con Alberto Erede (Génova, 1909) en el podio estaba garantizada la máxima rentabilidad artística de cuantos elementos intervinieron en Payasos como en Cavallería, las obras con las que prosigue la temporada de ópera de Madrid que se celebra en el Teatro de La Zarzuela. Alberto Erede elevó por sí solo el nivel general de calidad, contando, por supuesto, con el aludido mérito de Elena Obratzova y Gianfranco Cecchele y la muy considerable labor de Carmen Hernández (una Nedda deliciosa), Benito Dibella (Tonio eficaz), Sánchez Gericó y José Javier Alaba.

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