El amigo Fo
Dario Fo es como uno de esos buenos amigos que saben contar historias divertidas. La corriente que es capaz de crear con su público desborda los límites habituales del teatro: sobre todo aquí y ahora, donde el teatro se ha vuelto solemne, frío y distante; y teórico.Fo, con su ropa de estar en casa -un polo y un pantalón arrugado de pana azul-, anduvo por entre el público, subió luego al escenario, dialogó con los técnicos de sonido, con su intérprete Carla Matteini y nos contó dos o tres historias. Con menos enjundia teatral, con menos histrionismo que en su anterior viaje. Una de ellas no la pudo contar entonces porque, según dice él, le indicaron que no era conveniente: una crónica cómica de los viajes del Papa y del atentado del turco y los misteriosos búlgaros.
Historia de la tigresa y otras historias
Texto e interpretación de Dario Fo. IV Festival Internacional de Teatro de Madrid Sala Olimpia. 20 de marzo de 1984.
El público estaba feliz. Su primer relato fue la Historia de la tigresa, tomada, según él, de un relator callejero de cuentos de Shanghai, que más bien parece relato de napolitano o de andaluz; la última, la de un supuesto evangelio apócrifo que contase el primer milagro del Niño Jesús. Tanto como sus historias divierte y atrae el Dario Fo que las comenta, las sitúa antes, encuentra la complicidad del público, se divierte él mismo. Pero más allá de esta simpatía y de esta espontaneidad, convenientemente ocultos como debe estarlo todo trabajo teatral, se sabe del estudio del lenguaje que hace -unas mezclas dialectales que se nos escapan a los espectadores españoles, presos de la proyección no muy afortunada del texto-, de su composición de gesto, de su capacidad expresiva bien trabajada. Es un teatro popular, libertario, antidogmático. Tuvo el premio de las ovaciones de un público que, media hora antes de la apertura de las puertas del teatro, esperaba bajo la lluvia para coger buenos asientos. Una excelente inauguración del IV Festival Internacional de Teatro de Madrid.
Babelia
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