Presiones corporativas para oscurecer el intento de tres médicos de vejar a una joven
Dolores del Río, de 25 años de edad, ingresada en el Hospital General de Asturias el pasado 23 de febrero para someterse a una operación de quiste pilonidal en zona sacra, está siendo presionada para que dé marcha atrás en sus acusaciones contra los dos médicos que a las cinco de la madrugada del día 24 irrumpieron en su habitación y la obligaron a ponerse de rodillas en la cama para hacerle una presunta exploración. El incidente terminó con un expediente de expulsión de tres facultativos, Herminio Sánchez García, Manuel Fernando Álvarez Fernández e Ignacio González Hevia, los dos primeros del servicio de cirugía -uno como contratado y el otro como residente-, y el tercero, residente de bioquímica. Los demás facultativos del centro apoyan a los sancionados.
La versión según la cual la paciente se está desdiciendo de sus acusaciones, recogida en fuentes solventes, junto a la fuerte presión corporativa que están ejerciendo diversos sectores de los médicos asturianos para echar tierra sobre los hechos, puede modificar la calificación definitiva que tengan los sucesos denunciados.El gerente del hospital, José Luis San Miguel, y el consejero de Sanidad de la Junta del Principado, Juan Luis Rodríguez Vigil, se ratifican en que de las pruebas y testimonios que obran en el expediente incoado a los tres médicos no puede deducirse sino su expulsión del centro sanitario por falta muy grave, aunque el segundo lamenta las consecuencias que esto vaya a tener en la carrera profesional de los tres facultativos.
Por el contrario, el presidente del Colegio de Médicos de Asturias, Juan Manuel Junceda, afirma no haber recibido todavía la documentación que permita a la comisión deontológica pronunciarse, en contra de lo asegurado a EL PAIS por el consejero de Sanidad citado, en el sentido de que el expediente ya ha sido remitido a la corporación colegial. "Me consta", dijo Rodríguez Vigil, "que el colegio, qué no se ha pronunciado todavía, está muy preocupado, y el presidente me ha dicho que está dispuesto a no dejarse influenciar por presiones corporativas. Después de que le remitimos el expediente afirmó que estaban horrorizados, y creo que su impresión es bastante parecida a la nuestra".
La paciente Dolores del Río, casada, con un hijo, que ha sido dada de alta, ha recibido al parecer fuertes presiones del entorno de los sancionados para que, con una modificación de su testimonio, se mitigue el castigo impuesto a los facultativos. El consejero de Sanidad dijo, a este respecto, que el tema de las presiones "lo sé de oídas, y hay de todo". Diversas fuentes de los trabajadores del hospital, incluida alguna del comité de empresa, coinciden en señalar el ambiente de fuerte tensión que se vive estos días en el centro sanitario.
Los hechos que han motivado la expulsión de los tres médicos del Hospital General de Asturias se produjeron en la madrugada del 24 de febrero. Según el expediente, la entrada de Herminio Sánchez García y Manuel Fernando Álvarez en la habitación de Dolores del Río se produjo mientras Manuel Fernández Alvarez entretenía a la ATS de guardia en el control de enfermeras. Los dos primeros habían visitado ya a la paciente a medianoche. Herminio Sánchez, que fue el que se acercó a ella, mientras Ignacio González Hevia se mantenía un poco más cerca de la puerta, procedió a lo que llamó exploración, para lo cual obligó a la joven a ponerse de rodillas encima de la cama.
Ayer no fue posible obtener ninguna declaración de los médicos implicados en este suceso. En el domicilio de Herminio Sánchez García, principal implicado en los hechos, una voz femenina se negó a cualquier aclaración.
En el expediente, que José Luis San Miguel califica de "muy documentado", se acusa a los médicos no sólo de embriagarse estando de guardia, sino de irrumpir en la habitación de una paciente "para hacer una exploración innecesaria a una hora sospechosa", en palabras de San Miguel, máxime cuando unas horas antes, concretamente a medianoche, ya la habían visitado, según el propio gerente del hospital. La decisión se basó "en una falta laboral, única forma de despedir en este país, tipificada como muy grave. La falta deontológica no está codificada".
Descartar la vía penal
En este punto insiste el consejero de Sanidad, Juan Luis Rodríguez Vigil, quien manifiesta que "el expediente contiene un conjunto de circunstancias, como la embriaguez, la falta de respeto a una enferma y un abuso de la confianza que la institución tiene depositada en los médicos".
Rodríguez Vigil añadió que "a las 7.45 horas del 24 de febrero, el gerente del hospital tenía ya sobre la mesa no sólo la denuncia de la enfermera de la planta a la supervisora, de ésta a la enfermera jefe y de ésta, a su vez, a la jefa de la guardia, sino también otra de las monjas que están en la planta baja del edificio de la residencia de médicos, situada a tres o cuatro metros de la Maternidad, donde también hay religiosas. Éstas dijeron que los mismos médicos objeto del expediente habían estado allí armando follón". De hecho, Ana Vázquez Pacho, enfermera de urgencias del hospital, que no se encontraba en la planta 10 A, donde se produjo la supuesta agresión a la paciente, fue una de las personas que también declararon haber visto subir y, posteriormente, bajar borrachos a los tres facultativos.
A las 10 de la mañana, según la narración del consejero de Sanidad, ya se les pasó a los tres médicos un pliego de cargos. Aproximadamente dos horas después, cuando el marido de la paciente fue a quejarse al gerente y a preguntar "qué tenía que hacer", José Luis San Miguel le respondió que no hacía falta que pusiera la denuncia, porque él ya tenía conocimiento de los hechos.
La marcha atrás aparentemente dada por Dolores del Río en sus acusaciones, que parece ir en el sentido de "no querer truncar" la carrera de los expulsados, puede contribuir a que la denuncia de la presunta agresión de que fue objeto no prospere por la vía penal. De hecho, el consejero de Sanidad del Principado, que, con el gerente del hospital, dice estar muy molesto por la publicidad que se está dando a estos sucesos, ha manifestado que, sin rebajar un ápice su opinión de que la sanción impuesta a los médicos es correcta, "creo que, leyendo el expediente, no puede hablarse de agresión sexual, aunque tampoco lo niego categóricamente. Este aspecto no queda muy claramente probado, aunque sí lo está, y me parece cruel e intolerable en un médico, que pueda presentarse en la habitación de una paciente y provocarle una situación de desasosiego".
Según Rodríguez Vigil, si el hecho penalmente castigable "hubiera estado claro, mi obligación habría sido ponerlo en conocimiento del juez. Con lo que hay, quienes deben denunciarlo son la señora o su marido, pero creo que tendrían que ser mas explícitos de lo que lo fueron en el expediente".
Todo hace pensar que Dolores del Río y su marido no sólo no serán más explícitos, sino que, por la razón que sea, de la que nadie descarta fuertes presiones, mitigarán las primeras declaraciones que hicieron.
A la asamblea de médicos residentes del Hospital General de Asturias celebrada el lunes, en la que se acordó apoyar a los despedidos y costear una querella por las intervenciones de organizaciones feministas, cabe añadir la comunicación del director médico del hospital, doctor Serrat, al consejero de Sanidad de la Junta del Principado en petición de clemencia para los expulsados.
Auscultación a las cinco de la madrugada
"Estaba yo medio dormida, a las cinco de la mañana, cuando oí el ruido de la puerta y ví entrar a dos personas con bata blanca. Me asusté. A uno lo conocía porque era el médico que me dió el ingreso, Herminio Sánchez. El otro se quedó en la puerta: era Ignacio González. Me dijeron que no me asustara, que me iban a mirar y a auscultarme. Me temblaba la voz y les dije que ya me habían mirado a las doce. 'Nada, te vamos a mirar', insistió Herminio. Me puse en la postura que me dijo y ví que se abría la bata, hacía un ademán raro con la mano, intentó colocarse detrás de mí. No me pareció normal. Suerte que cuando ingresé la enfermera me dijo que la pera no era la luz sino el timbre. Entonces, toqué el timbre". Dolores del Río, 25 años, casada, madre de un hijo de seis, David, relató así ayer a EL PAIS el presunto intento de violación que sufrió cuando se encontraba en el hospital."El que se quedó en la puerta", prosiguió Dolores, "hizo ademán de marcharse, pero en ese momento entró la enfermera, y él se quedó. Entonces le pedí a la enfermera que se quedara conmigo. Herminio me miró un poco mas abajo que en otros reconocimientos, pero de tactos... no sé, no recuerdo, desde luego vaginal no lo noté, aunque la enfermera me dijo que si él hizo esto o lo otro...".
"Luego, supe que Justo se quedó fuera, el tercero, el que me había mirado a las doce, el de la perilla, que resultó ser Manuel Fernando Álvarez, y la enfermera le dijo al segundo que había entrado: '¡Tú que haces aquí, si eres bioquímico!'. '¡A tí qué más te da!', contestó él".
Después, Dolores ya no durmió. Dice que a las 12.30 llegó su marido y que ella no quería comentarle nada, pero "la enfermera o la jefa" le dijeron que aquello era muy grave y que él se iba a enterar igual.
Una vez que a los tres médicos les ha sido abierto expediente de expulsión, Dolores dice que ella lo va a denunciar nada más, y que su marido "está ya muy calmado". Incluso añade: "Me da pena de ellos, estuvo mal desde luego, y culpa tienen, porque además, en las condiciones en que estaban, si llega una persona grave y la tienen que ver así... no estaban aptos. Pero no quiero mas problemas".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.