La 'cumbre' de Bruselas, nuevo fracaso histórico para la reforma de la Comunidad Económica Europea
La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Económica Europea (CEE) fracasó anoche, tras largas horas de negociación, en el escollo de la contribución británica. Como ocurrió en Atenas, no hubo comunicado final. Pero, a diferencia de la reunión celebrada hace tres meses en la capital griega, se reconocieron acuerdos parciales supeditados a una solución global del paquete. El presidente de esta reunión, el francés François Mitterrand, está decidido a convocar una conferencia -antes de la próxima cumbre de junio- de los diez para relanzar Europa, aunque sea a nueve. La vía queda abierta para una comunidad europea de geometría variable. Si Margaret Thatcher no quiere participar en la construcción europea, Mitterrand la dejará al margen.
Este fracaso, el segundo después de la reunión de Atenas, hace tres meses, ha puesto fin a las esperanzas de buscar una salida a la crisis financiera y agrícola de la Comunidad. El aumento de los recursos financieros de la CEE -para permitir la adhesión de España y Portugal, para relanzar las nuevas políticas industriales comunitarias y para poner en marcha la reforma necesaria de la política agrícola común- queda en suspenso.La jornada de ayer fue larga, entre propuestas y contrapropuestas, no sólo sobre el cheque británico, sino sobre su sistema de calcularlo. Para Londres, su déficit financiero frente al presupuesto de la CEE debe tomar en cuenta la parte de su contribución, que se recauda de los aranceles y gravámenes a las importaciones provenientes de países terceros. Para Mitterrand, y los otros ocho, esta parte de la contribución pertenece a la Comunidad y no al Reino Unido. Las importaciones podrían entrar en cualquier puerto de la CEE.
Se trata, pues, de una cuestión de principios, ya que en el tema de las cifras las posiciones se acercaron. Margaret Thatcher pedía una devolución de 1.300 millones de unidades de cuenta europea (ECU) al final (170.000 millones de pesetas). Los nueve decidieron 1.000 millones de ECU (130.000 millones de pesetas).
"¿Puede la CEE conocer graves dificultades por 300 millones de ECU?", se preguntó Mitterrand en la conferencia de prensa que clausuró la fracasada reunión. Mitterrand ha decidido convocar una conferencia especial de los diez para ver qué países "están dispuestos, sobre la base del Tratado de Roma, a concertarse para crear las condiciones para salvaguardar Europa". "Los que quieran que Europa se construya, que lo digan, que se sepa y que se comprometan".
El Reino Unido, aislado
Mitterrand expresó el deseo de que esta operación sea a diez, pero, si no, alentará acuerdos parciales, a nueve o a menos. Desde la dramática cena de la noche del lunes, Thatcher ha quedado aislada en la CEE. Esta vez no se ha llevado ningún cheque.Mitterrand habló de desarrollar nuevas políticas sobre la base de decisiones por mayoría y no por una unanimidad que paraliza la vida comunitaria. No renuncia, sin embargo, a un acuerdo global, y en su calidad de presidente de la CEE emprenderá de nuevo una gira por las capitales para intentar que la cumbre de junio resuelva los problemas pendientes. En este contexto, las palabras que pronunció
Thatcher no fueron ácidamente recriminatorias, sino que señaló que "se intentará de nuevo en junio".
El paquete global de las decisiones principales sobre la reforma de la CEE no se ha roto aún. Y se constataron notables progresos, supeditados a una decisión sobre todos los temas.
Mitterrand explicitó que había habido un acuerdo sobre el rigor presupuestario: los gastos agrícolas no crecerán más rápidamente que los fondos.
La reforma de la política agrícola común (PAC) se llevará adelante sobre la base de las decisiones logradas por los ministros de Agricultura, que el próximo lunes reanudarán sus trabajos: fijación de los precios, desmantelamiento, de los montantes compensatorios monetarios y control de la producción de leche, con topes fijados de antemano.
En este terreno, el primer ministro irlandés, Garrett Fitzgerald, que a media tarde había dado un portazo, consiguió, sin embargo, una cierta exención para su país de este sistema de cupos de producción de leche.
Aumento de recursos
Quizá lo, más importante fue la decisión, de nuevo condicionada, de aumentar los recursos financieros de la CEE. Éstos se nutren de los aranceles y gravámenes y, en un 60%, de un punto de la base imponible del impuesto sobre el valor añadido (IVA) de los diez. Los jefes de Estado y de Gobierno decidieron, en principio, aumentar a 1,4 puntos del IVA esta partida a partir del 1 de enero de 1986, y a 1,66 puntos en 1988, eventualmente y por decisión unánime. También decidieron lanzar los programas integrados mediterráneos, destinados a proteger a estas regiones europeas del impacto de la adhesión de España.Finalmente, se trató del lanzamiento de nuevas políticas comunitarias, con la creación de un espacio social europeo, de un programa de enseñanzas de lenguas, con la armonización de las normas de los productos industriales y con la creación de una auténtica infraestructura de transportes en la CEE. Mitterrand no olvidó su tema favorito, y aseguró que se va a lanzar un estudio para la creación de una estación orbital europea en el espacio. No, sin ironía, el primer ministro Andreotti se preguntaba si esta estación se financiaría con el 1,4% del IVA.
Mitterrand no dejó lugar a dudas de que, si es necesario, no contará con todos los países miembros para estos proyectos, que no requieren la unanimidad. Pero esto es cosa del futuro, y la CEE aún no ha limpiado las escorias del pasado.
Algo ha ocurrido en Bruselas. El eje Bonn-París ha funcionado, y, frente a lo ocurrido en Atenas, Thatcher se ha quedado aislada. Bonn incluso estaba dispuesto a pagar la factura de un acuerdo. Una vez más, "la Europa de los diez no está muerta", concluyó Mitterrand, "ha recibido una herida suplementaria, y cuando a un herido le pasa esto, se agrava. Es una pausa, no desesperada".
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