Un espectáculo detrás de las cámaras
La realización del programa La clave fue ayer un auténtico espectáculo dentro del espectáculo. La dirección de TVE en Cataluña había cursado unas 150 invitaciones para asistir a la grabación: desde el delegado general de Gobierno, que no acudió, hasta los acompañantes de los protagonistas del programa, pasando por dirigentes de todos los partidos. Además de la retransmisión en directo del debate, un equipo de la propia TVE grababa imágenes para un reportaje sobre el programa. No menos de 15 fotógrafos perseguían constantemente a los participantes. Casi todos los diarios y emisoras de radio enviaron redactores para cubrir sobre el terreno el debate. Josep Caminal, director general de la Corporación Catalana de Radio y Televisión, y Alfons Quintá, director de TV-3, habían sido invitados. Sólo el primero disculpó su asistencia.La acumulación de gente privó de toda espontaneidad al encuentro. Los candidatos de cualquier tipo de elección política medianamente importante son unos personajes que caminan rodeados de asesores, guardaespaldas, acompañantes, de otros miembros de su candidatura. Siempre hay alguien que les indica por dónde deben pasar, dónde deben sentarse; siempre les están presentando a alguien que tiene interés en darles la mano. En esta ocasión fue también así, pero agravado, si cabe, porque un estudio de televisión es ya de por sí un mundo complejo, con multitud de personas esperando, trabajando, atendiendo, vigilando. Directivos, periodistas, azafatas, agentes de seguridad...
Se juntaron anoche en Sant Cugat los relaciones públicas de cinco candidatos a la presidencia de la Generalitat y sus cohortes respectivas, los relaciones públicas de TVE en Cataluña, los directores de programas de este centro. Y, además, los relaciones públicas de La clave. Y sus redactores. Y Balbín. Balbín fue recibido y tratado con la misma deferencia con la que se trataba a los candidatos. El primero de los protagonistas en llegar fue Raimon Obiols. Lleva muchos meses en campaña, buscando el cuerpo a cuerpo con Pujol. Quizá por eso llegó antes de hora. El último en llegar antes del inicio del programa fue Antoni Gutiérrez. Llegó justísimo. Él y sus acompañantes se perdieron en medio de la lluvia y las señalizaciones, que no se distinguen de noche. Y la puntualidad de Gutiérrez es casi legendaria. Eduard Bueno llegó acompañado de su señora. Fue el único que lo hizo. Barrera iba con su secretaria oficial. Jordi Pujol hizo saber que no llegaría hasta el inicio del debate. Ya se sabe, responsabilidades del cargo. Al fin y al cabo, no es lo mismo aspirar a la elección que a la reelección. Cuando llegó, lo hizo con Lluís Prenafeta, secretario general de la Presidencia.
Ya en el plató, entre cámaras, electricistas y realizadores, los protagonistas se sentaron en sus sillas, se miraron, se sonrieron corteses. Se hizo un silencio. Llegó Balbín, hizo un comentario y los periodistas abandonaron el plató. Se hizo el silencio y daba la impresión de que los candidatos eran como toreros en el momento de la verdad, que en este caso no era un toro, sino el objetivo de una cámara de televisión.
Balbín, en su introducción al programa, recapituló algunos pormenores previos a la emisión y criticó sin contemplaciones el intento de TV-3 de pisarles el debate, dejando claro, eso sí, que él personalmente ha sido y es un defensor de la existencia de terceros canales y de todo lo que implican.
Luego, los protagonistas contemplaron la película cenando en un reservado, con Balbín y escogidos acompañantes. Los invitados siguieron el programa en una amplia sala con muchos televisores, canapés y bebidas. Cada grupo con los suyos, sin mezclarse mucho.
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