El barómetro de la expectación se dispara
El barómetro de la expectación se ha disparado en esta segunda parte de la taurina feria fallera. La huerta, una vez más desde que Vicente Ruiz Soro es matador de toros, ha acudido al reclamo de su torero, y en las taquillas de sol se han agolpado hasta dar fin con estas localidades.Puede ser el remedio para que los empresarios levanten el ánimo, hasta ahora un tanto alicaído por los contratiempos que para ellos supone que la autoridad gubernativa, de una parte, y los veterinarios, por la suya, rechacen un alto porcentaje de toros de los que presentan a los reconocimientos previos. Para Manolo Cámara, responsable en la empresa de elegir el ganado, el trámite de los reconocimientos le supone un auténtico suplicio: "Elegir un toro en el campo no es cosa fácil. Hay que mirarlo y remirarlo para saber si es válido. Luego, cuando te has decidido, llega el requisito de la báscula, y cuando crees que un toro tiene trapío, resulta que le faltan siete kilos, y ya no sirve. Para mí eso es un disparate".
La postura del empresario puede ser comprensible, pero lo cierto es que existe un reglamento. Y por hacerlo cumplir, de la corrida de Salvador Domecq anunciada para esta tarde han sido válidos dos toros, aprobándose a renglón seguido tres más de la misma divisa que el ganadero envió después. Por lo que al final se lidiarán cinco toros del hierro anunciado, remendados con otro toro que podría ser de Torrealta o de los Guateles.
Antes de realizar el paseíllo ayer El Niño de la Capea, en la corrida televisada, se mostraba muy alegre, y un tanto ilusionado: "La temporada pasada fue de invernación, aunque de cuando en cuando apretaba para no descender del vagón de cabeza. La que hoy comienza va a ser muy distinta. De entrada, no le he hecho ascos a las cámaras que, eso, al comienzo, siempre impone".
Por su parte, Vitorino, el Cateto de Galapagar, después de la actuación de su hijo anteayer, andaba un tanto hueco: "Me ha demostrado que no está de birlongo. En el sexto novillo había que estar como el chico. Muy quieto. Se ha jugado el pellejo. Y antes de terminar, quiero que quede claro que no ejerzo de padre de torero. Sigo siendo, ante todo, ganadero".
Babelia
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