El poeta y ensayista Hans Magnus Enzensberger afirma que es demasiado fácil dejarse llevar por el pesimismo
El autor de 'Migajas políticas' asiste en Barcelona a un encuentro de escritores
El escritor alemán Hans Magnus Enzensberger ha participado en el I Encuentro de Escritores en Cataluña. Para el polémico intelectual resulta más interesante hablar de los problemas laborales y de las relación de los escritores con el Estado, que no sobre el futuro de la civilización. De las opiniones de Enzensberger se deduce una gran desconfianza entre los intelectuales alemanes y su Estado. La participación de Enzensherger tuvo el corolario de una lectura pública de su poesía al lado de otros poetas de habla castellana y catalana. La presencia de Enzensberger ha coincidido, además, con la aparición de su último libro de ensayos traducido al castellano, Migajas políticas. El autor considera demasiado fácil dejarse llevar por el pesimismo.
La crisis editorial que recorre Europa, el fantasma de la revolución tecnológica "empezó en la República Federal de Alemania", explica Enzensberger, "hace aproximadamente unos 15 años. Esta crisis editorial trajo como consecuencia una polarización entre los grandes grupos y el pequeño editor, que con una infraestructura mínima intenta descubrir alguna cosa". A pesar de esta polarización existente en Alemania, "hay cuatro o cinco grandes editoriales que tienen un verdadero interés por la cultura. Para nosotros resultan esenciales, pues estos editores se cuidan de promocionar nuestros derechos de autor a todos los niveles: teatro, televisión...". La cuestión de la televisión tiene para Enzensberger especial interés y considera que TVE "no es consciente del potencial creador de la literatura. Pienso que si España no quiere acabar convirtiéndose en un país importador de cultura ajena tiene de pasar a la ofensiva y potenciar a los autores españoles. La situación actual no es más que una actitud precapitalista".Poeta, ensayista, autor teatral, periodista, cuando le preguntan a Enzensberger a qué tradición literaria e intelectual alemana se inscribiría, se horroriza: "Hago lo posible por no definirme. El resultado de una definición sera siempre erróneo. Alguien puede decir: 'soy un buen cristiano'. Esto me parece un poco hipócrita, prefiero que sea el lector quien me defina. Para mí, una autodefinición es siempre una limitación. En cualquier caso esto es un trabajo más adecuado para profesores".Por otro lado, Enzensberger que acaba de publicar una colección de poemas titulado La furia de la desesperación y una obra teatral basada en la figura de Diderot que le parece paradigmática del escritor tal como lo conocemos hoy en día, asegura rechazar las categorías. "Existe hoy en mi país", dice el autor de Mausoleo, "una actitud de espanto cuando un poeta, por ejemplo, se interesa por las matemáticas o las ciencias en general. Pienso que la ciencia es una cuestión universal y las matemáticas demasiado importantes para dejarlas en manos de los matemáticos". Y a continuación añade: "También existe otro factor a tener en cuenta en todo este asunto: el juego. El aislamiento del intelectual en su campo de intereses sólo lleva al narcisismo. Por esta razón he intentado romper estas barreras creando revistas - Kursbuch y TransAtlantik- que abandono al cabo de un cierto tiempo para buscar otras experiencia?.
El concepto de progreso
Enzensberger no participa de pesimismo de Max Frisch. En este sentido afirma que "evidentemente cuando somos incapaces de imaginar un mundo mejor todos somos pesimistas. Pero también es verdad que no podemos dejar de interesarnos por las cosas sólo porque hoy veamos el futuro muy negro y pensemos que nada va a existir mañana cuando amanezca.
Esto es dimitir, es demasiado fácil".
En algunos momentos de su libro de ensayos Migajas políticas se evidencia una preocupación por el significado de la palabra progreso. Para Enzensberger este concepto está basado sobre dos absolutos desde el mismo momento de su aparición en el siglo XVIII. "Uno de estos absolutos sería aquel que afirma que el progreso es lineal, sin oscilaciones, automático y lleno de bondades. El otro absoluto sería todo lo contrario, aquel que afirma lo negativo de este proceso. Esta predilección por dar respuestas absolutas resulta asombroso tanto si vienen desde un signo político determinado como de otro, completamente opuesto. Pienso que los procesos són mucho más complicados, con factores que no podemos saber de antemano. El pesimista se cree un poco el dueño del mundo porque piensa saber a dónde se dirige éste. Lo mismo le sucede al progresista. Por suerte la vida no resulta tan aburrida como pretenden".
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