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Selección de jurados para el esperado juicio contra el millonario DeLorean

Casi dos centenares de personas han comenzado a llenar largos cuestionarios que servirán para seleccionar de entre ellos a los jurados del juicio que se sigue en California contra el millonario John DeLorean, acusado de tráfico de cocaína. Dada la enorme publicidad que ha rodeado el caso desde el primer momento, la selección de los jurados es uno de los principales problemas con que se enfrenta el fiscal, ya que la defensa argumenta, con cierta razón, que va a ser imposible la imparcialidad del tribunal.Howard Weitzman, el abogado defensor, ha puesto en duda la posibilidad de que se puedan encontrar 12 personas que no lean los periódicos ni vean televisión, o que, a pesar de ello, se atrevan a afirmar que pueden ser justos con su cliente sin estar influenciados por la enorme campaña de prensa que ha rodeado el caso. Han pasado ya 17 meses desde que John DeLorean fuera arrestado en la habitación de un hotel de Los Ángeles acusado de conspirar para distribuir cocaína por valor de 24 millones de dólares. Según la policía, se trataba de un intento desesperado de conseguir dinero para cubrir las pérdidas de su fábrica de automóviles deportivos en Irlanda del Norte.

La historia de John DeLorean se parece más a una de esas sagas televisivas o a una novela de Harold Robbins que a la de un ingeniero industrial. Hijo de un obrero de la General Motors, llegó en muy pocos años a la vicepresidencia de la compañía para la que trabajaba su padre. En aquel momento su sueldo anual se acercaba a los 100 millones de pesetas. En 1979, por razones personales y por ambición, abandonó la compañía y decidió fundar una empresa que, bajo su nombre, se dedicara a la fabricación de automóviles deportivos, altamente sofisticados.

Con la ayuda del Gobierno británico construyó una factoría modelo en Irlanda del Norte donde empezó a producirse el famoso coche cuyas puertas se abrían como alas de mariposa. Tras casarse con la modelo Cristina Ferrare, DeLorean se convirtió en una de las figuras más brillantes del jet set norteamericano. Su continua presencia en fiestas y celebraciones, sus proyectos de caridad y todo lo que lleva consigo este tipo de vida convirtieron a él y su esposa en unos asiduos de la prensa del corazón. Nadie se esperaba verlo envuelto en un sucio asunto de tráfico de drogas. Se sabía que sus negocios no iban viento en popa, pero no hasta este punto.

Tras ser detenido y encarcelado durante varios días, DeLorean salió en libertad bajo una altísima fianza. Desde entonces él, su mujer y sus abogados insisten en que todo el caso no es más que una encerrona del FBI.

También los agentes del FBI y de la brigada de narcóticos deberán justificar los métodos que han utilizado en este caso. La opinión pública ha empezado a dudar de la legalidad de la actuación de los cuerpos policiales cuando son ellos mismos los que inducen al delito. Fue un agente infiltrado quien, previamente de acuerdo con el chivato, presionó a DeLorean para que invirtiera dinero en la compra de 10 kilogramos de cocaína. La defensa mantiene que el vendedor, en este caso el FBI, amenazó de muerte a su cliente si no seguía con el negocio.

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