El 'estado de la situación' de la economía soviética
La reciente publicación por parte de la Dirección Central de Estadística de un avance de las cifras económicas correspondientes al año 1983 y, todavía más, el fallecimiento de Yuri Andropov, han relanzado a la máxima actualidad mundial la cuestión soviética. En este artículo se pretende mostrar un esquema del estado de la situación de la economía soviética.Los datos publicados por la Prensa internacional muestran una indudable mejora de la economía durante el último ejercicio, con resultados sensiblemente superiores a los de años anteriores. El ingreso nacional ha crecido por encima del 3% y en términos per cápita en un 2%, la producción industrial lo ha hecho en un 4%, y la productividad del trabajo en ese sector ha superado el 3,5%. También se anuncia la recuperación de la producción agraria y parece que la cosecha de cereales se puede estimar alrededor de los 200 millones de toneladas.
Igualmente han mejorado otros índices económicos (producciones de ramas industriales comercio, ingresos salariales y koljosianos con estabilidad de precios, etcétera) destacando el superior ritmo de crecimiento de las ramas dedicadas a la producción de artículos de consumo sobre las productoras de medios de producción, lo que, complementado con otras informaciones, abunda en la mejora que ha experimentado el consumo de la población, tanto en lo concerniente a bienes alimenticios como a productos industriales de consumo amplio: confecciones, lácteos, pescados, muebles, relojes, televisores, automóviles, etcétera.
Menos de lo previsto
En cualquier caso, debemos advertir que esas cifras, a la vez que mejoran las de años precedentes, se siguen manteniendo por debajo de los promedios anuales previstos en el undécimo plan quinquenal (1981-1985), que para la renta nacional establecía un aumento medio anual entre 3,6%-4%, la renta per cápita entre 3,2% y 3,6%, para la producción industrial entre 5,2%-5,6%, para su sección de bienes de producción un porcentaje similar, y para la de bienes de consumo dos décimas por encima, mientras que la productividad del trabajo en la industria lo haría entre 4,6%-5%, la producción agraria 2,4%-2,6%, y la de cereales a unos 240 millones de toneladas como promedio anual.
También resulta conveniente recordar la imposibilidad de comparar directamente estas macromagnítudes con las correspondientes a las economías occidentales, por cuanto entre ambas existen marcadas diferencias conceptuales, si bien cuantitativamente esos datos soviéticos podrían arrancar más de un suspiro a muchos gobernantes y economistas del mundo occidental.
La desaceleración del crecimiento económico
En las líneas que siguen, pretendemos formular un apunte general sobre las características de esa economía actual, tomando en consideración su especificidad como sistema económico y social.
Desde los tiempos de Jruschov, pasando por la era brezneviana y el breve interregno de Andropov, la economía soviética está situada en la encrucijada de tratar de hacer compatibles estos cinco grandes objetivos:
1. El mantenimiento de altas tasas de crecimiento, a partir de la mejora fundamental de la productividad del trabajo y de la eficiencia general del sistema económico, y no -como hasta entonces- a partir de la ampliación extensiva de la dotación de recursos existentes.
2. La mejora de plantas, equipos y medios productivos de las ramas tradicionales y -decisivamente- el rápido avance de las ramas punta sostenedoras del progreso técnico y de la acumulación (electrónica, petroquímica, mecánica de precisión, moderno material de transporte y comunicaciones, etcétera), así como de los métodos de organización y dirección económica en el interior de las unidades productivas y a escala de toda la estructura económica, lo que afecta multilateralmente al sistema de planificacón.
4. La elevación del nivel de vida de la población y para ello de la oferta de bienes de consumo, lo que afecta cardinalmente a la relación acumulación-consumo y a la distribución de las inversiones entre secciones y ramas productivas, así como a las características del intercambio y del propio plan.
4. El impulso del sector agrario para que supere el retraso estructural que arrastra desde los inicios del proceso de industrialización en gran escala.
5. Simultáneamente, atender los requerimientos presupuestarios y productivos que exige una política de defensa nacional, determinada por la carrera de armamentos convencional y nuclear y de bloques militares con los que afrontar un contexto internacional desfavorable y de permanente disputa con Estados Unidos.
Cambiar el modelo
Jruschov y su política no fueron capaces de articular y desarrollar estas líneas de cambio de la estructura económica soviética. Los planes quinquenales VIII, IX y X, bajo la dirección de Breznev, pretendieron afrontar ese mismo reto transformador, con algunos resultados, pero permaneciendo latente el mismo objetivo: la sustitución del modelo económico de crecimiento extensivo por otro intensivo, más eficaz y más acorde con las demandas sociales. Con Andropov y su sucesor la tarea sigue pendiente.
La evidencia del curso real de la economía a lo largo de estas dos décadas muestra que la principal característica es la paulatina ralentización del crecimiento económico, como puede observarse en el cuadro que se adjunta. Durante los tres últimos planes concluidos, el ingreso nacional ha ido reduciendo su ritmo quinquenal y anual, lo mismo que el ingreso per cápita, la producción industrial en sus dos secciones, la producividad del trabajo y otras variables fundamentales.
Situación demográfica
Ahí tenemos los síntomas de la desaceleración, tras de lo cual resulta necesario determinar los factores que lo explican, entre los que cabe destacar: la situación demográfica, las condiciones de la estructura industrial ylos límites al incremento de la productividad, la realidad agraria y la rigidez del sistema de planificación.
En los últimos quinquenios se viene produciendo una sensible reducción de la tasa de crecimiento de la población soviética. Desde tasas medias anuales de 1,6% en los años sesenta, el decenio posterior ofrecía medias de 0,94% y el último quinquenio se ha situado en tan sólo el 0,87%. Una lenta evolución de la tasa de natalidad se ve contrarrestada con una importante subida de la tasa de mortalidad, lo que determina ese descenso del incremento demográfico anual.
Únase a ello un aumento de la población urbana -ya cercana al 65% del total- que cada dos años se incrementa en un nuevo punto; un crecimiento y un flujo migratorio entre las Repúblicas y entre zonas geográficas no controlado por las autoridades ni acorde con la distribución deseada de los recursos laborales; y un crecimiento del empleo en actividades no productivas (ya cercano al 27% del total activo) que no se ve correspondido con un incremento similar de la productividad del empleo en los sectores productivos. En esta cuestión radica precisamente el impacto negativo: a diferencia de períodos anteriores, las deficiencias del sistema económico, en términos de eficiencia general de los recursos productivos utilizados, ahora no puede suplantarse o paliarse con sustanciales incrementos de la fuerza de trabajo empleada.
Industria y productividad
El crecimiento de la producción industrial ha ido reduciéndose plan a plan. Lo mismo sucede en cada una de las secciones y en la práctica totalidad de las ramas industriales. Con respecto a la media industrial de cada período, sólo algunas ramas prioritarias, sobre las que se ha volcado la política inversora, han alcanzado tasas superiores: energía eléctrica, química-petroquímica y mecánica.
El tema capital sobre el que pivota no sólo la estructura industrial sino todo el proceso económico lo constituye la productividad del trabajo social. Su insatisfactoria evolución y su limitado impacto económico encuentra diversos factores explicativos que lacónicamente podemos señalar alrededor de los siguientes puntos:
a) La eficacia de la política científico-técnica. La dotación de recursos destinados a ello parece cuantiosa, pero los resultados tecnológicos lo son en grado bastante inferior. Sus causas pueden ser: el aislamiento existente entre los centros de investigación y las unidades productivas, los problemas de coordinación y eficacia de esos maerocentros, el reducido contacto con el exterior y la canalización prioritaria de esfuerzos humanos y presupuestarios hacia proyectos de carácter militar, sin apenas difusión ulterior hacia actividades productivas.
b) El prolongado mantenimiento de los equipos productivos. En la política industrial soviética, tras períodos de fuerte lanzamiento industrial con construcción de nuevas plantas, equipos y materiales -con desdén por la sucesiva incorporación de mejoras técnicas ante cada generación-, luego se han sucedido largos períodos de mantenimiento de los mismos equipos. El sistema de amortización y el funcionamiento del sector de recambios ahondaban en esa misma política, a la vez que se manifiesta una extraordinaria lentitud en la difusión de los avances tecnológicos desde que tienen lugar experimentalmente hasta que se generalizan en su utilidad productiva.
Los problemas de siempre
c) Los sempiternos problemas de transporte, comunicaciones, plazos de construcción y desajustes en el abastecimiento de materiales entre ramas y entre unidades productivas. Son problemas latentes desde hace varias décadas, presentes en la voluntad de mejora de las autoridades, pero cuyas soluciones no alcanzan niveles satisfactorios hasta el momento.
d) La prioridad del sector de armamento, desviando ingentes recursos productivos que podrían destinarse a la actividad económica. La añorada fractura del aparato productivo soviético merced a la carrera de armamentos, deseada por la Administración norteamericana desde los tiempos del tándem Eisenhower-Nixon, parece alcanzar sus mejores frutos en la situación presente.
e) La distorsión económica provocada por aquel sistema de planificación absolutamente centralizado, en abierto enfrentamiento con la complejidad creciente de la estructura productiva, las relaciones de intercambio y las de consumo de una economía desarrollada como la soviética. La persistencia de ese esquema vertical de planificación alberga intereses corporativos en sus distintos escalones y funciones, parapeta en el conservadurismo a la generalidad de los dirigentes empresariales y sume en la pasividad, la atonía social y la indiferencia productiva a la mayoría de los trabajadores.
La agricultura
Durante la década de los setenta, después del inicio de recuperación en el decenio anterior, el crecimiento del sector sólo obtuvo una tasa media anual del 1,1%, correspondiendo una del 0,5% a la agricultura y otra del 1,8% a la ganadería. La producción de cereales garantiza la cobertura de la demanda humana, pero queda lejos de cubrir las necesidades de alimentación animal, y hace necesaria la importación de grano de países occidentales. Los cultivos industriales han evolucionado desigualmente, ha mejorado la producción de hortalizas, ha caído la de patatas y, en general, ha mejorado la producción de derivados por debajo de niveles necesarios para aumentar el nivel de vida.
El papel de las explotaciones individuales (privadas) sigue siendo importante, proporcionando producciones equivalentes a la tercera o cuarta parte de artículos como carne, leche, hortalizas, etcétera. La relación koljoz-sovjoz se ha decantado en favor de la segunda -granja estatal-, rompiendo el secular predominio de las cooperativas koljozianas. Con ciertas diferencias de estilo y actuación, la política agraria desde Jruschov trata de superar el retraso estructural del sector con medidas tendentes a una mayor condescendencia hacia esas parcelas privadas, una menor presión fiscal, la elevación de los precios agrarios, el compromiso de mayor suministro de artículos industriales a precios razonables, asesoramiento técnico, algunas reformas de gestión y organización de las explotaciones, etcétera. Quizá la mejor prueba de esa disposición política hacia el campo sea el incremento de las inversiones estatales, hasta situarse por encima del 27%. sobre la inversión total; sin embargo, pese a las indudables mejoras alcanzadas, la estructura agraria sigue rezagada, ocupa un lugar secundario y supeditado a otras prioridades globales del modelo de crecimiento. Ello hace que, mientras la inversión se ha triplicado en las últimas décadas, la producción del sector sólo ha aumentado 1,5 veces. La enumeración de factores concretos que impactan esa situación dependiente sería ciertamente prolija, pero manifiesta del ostensible atraso del sector agrario.
El brevísimo período de dirección política de Yuri Andropov está llamado a desatar varias especulaciones sobre lo que hubiera podido hacer si su salud se lo hubiese permitido. A la luz de los hechos y del análisis concreto de la economía soviética, preferimos insistir en que sus derroteros no presentan síntomas de ningún cambio radical, sino más bien ponen de manifiesto una lenta y dificultosa evolución hacia un recambio de modelo económico, con evidentes signos de incertidumbre.
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