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El Gobierno italiano, presidido por Craxi, empieza a naufragar

Juan Arias

El Gobierno de centro-izquierda, presidido por primera vez por un socialista, empieza ya a naufragar, después de sólo seis meses de vida. Así lo mantienen, al menos, los principales observadores políticos, y hasta hay quien asegura que al Gabinete de Bettino Craxi le quedan sólo algunas semanas de vida. En las últimas horas, el Gobierno ha perdido seis votaciones en las comisiones parlamentarias y ayer se vio obligado a plantear, por temor a ser derrotado, un voto de confianza en el debate sobre la concesión de un perdón a los arrepentidos por delitos cometidos en la construcción de viviendas ilegales.Si las previsiones pesimistas se confirman, sería la mejor demostración de que en este país es completamente imposible un Gobierno estable si antes no se lleva a cabo una reforma institucional seria.

La propia Democracia Cristiana (DC), principal partido italiano, acaba de proponer que el presidente del Gobierno sea nombrado no por el jefe del Estado, sino por el Parlamento, el cual expresaría su confianza únicamente al primer ministro.

La propuesta democristiana plantea, al mismo tiempo, que constitucionalmente no sea posible una crisis de Gobierno sin que antes exista ya otra mayoría alternativa. Y es que en este país, en realidad, no existen reajustes ministeriales. Basta un soplo para que un Gobierno se tambalee. Los Gobiernos en Italia, en los últimos 40 años, no llegan a la media de un año de durabión.

Según los observadores, el Gobierno Craxi está en crisis por la suma de sus fracasos y de sus éxitos. Sus fracasos son el mal carácter de Craxi, su polémica con la Prensa, su estilo de gobernar, teñido de arrogancia, los métodos usados en la asignación de los cargos públicos, al parecer contagiados de la misma enfermedad democristiana de la llamada lógica de la lottizzazione, es decir, la costumbre de repartir los cargos teniendo más en cuenta el equilibrio de los partidos que la profesionalidad.

Pero el Gobierno está en crisis, según el director del semanal L'Expresso, también por los éxitos de Craxi, como la firma del nuevo concordato con el Vaticano o el acuerdo con los sindicatos en el espinoso problema del reajuste de salarios. Y esto se debe a que las otras fuerzas políticas que componen la mayoría gubernamental, por ejemplo, los republicanos, temen que se refuerce demasiado la presidencia socialista.

Y la demostración de que existe una polémica subterránea entre republicanos y socialistas -que junto a democristianos, socialdemócratas y liberales forman parte de la coalición gubernamental- lo demuestra el hecho de que a Craxi se le ha escapado una palabra fuerte, "idiota", refiriéndose a aquel partido.

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