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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En el pecado, la penitencia

Queriendo hacer mérito para alcanzar una plaza en Madrid, el juez de Logroño ignora que su despampanante esposa tiene relaciones apasionadas con un muchachito del lugar. En cambio, ese adulterio ha sido averiguado por el siniestro vecino del chalé de al lado, que aprovecha su información para chantajear a la mujer del juez y, entre otras cosas, pedirle que se desnude ante la ventana, para que él pueda contemplarla con prismáticos: su excitación, traducida a incomprensibles movimientos horizontales, es el castigo de la pecadora.Cuanto empezó con una aventurilla acaba en tragedia. El juez de Logroño se compromete, incluso por encima de la legalidad, para que su buen nombre quede inmaculado y su provocadora esposa continúe sirviéndole cenas (se cena muchísimo en esta película), si no en Madrid, al menos en Zaragoza, "un importante nudo ferroviario", según declara. Viendo la película de Lara Polop se comprende que no puede uno fiarse de nadie, porque tras las apariencias se esconde mogollón de cosas, es decir, más o menos lo que las bienintencionadas películas sociales que la derecha filmaba en los años cincuenta trataban de explicarle al público español, a falta de poder hablarle directamente, de su propio desencanto.

La mujer del juez

Dirección: Paco Lara Polop. Director de fotografía: Alejandro Ulloa. Música: Gregorio García Segura. Intérpretes: Norma Duval, Héctor AIterio, Manuel Tejada, Beatriz Elorrieta, Lina Canalejas, Antonio Gamero, Miguel Molina. Comedia dramática. Española, 1984. Locales de estreno: Callao y Carlos III.

Los desnudos

Lara Polop, que rueda esta película con la estrella Norma Duval en el reparto, moderniza, como es lógico, aquel viejo enunciado. Los desnudos, entonces imposibles, son frecuentes en el filme. En ningún otro aspecto aparece la historia a la altura de nuestro tiempo. Quizá no lo precise: las historias viejas seguramente deben seguir tratándose en términos de su época. La variopinta filmografía de Lara Polop, que el pasado año obtenía algunos premios internacionales con su película para niños El cabezota, no le ha permitido un do minio expresivo suficiente, un progreso en su claridad narrativa o en la intensidad dramática. El conflicto de La mujer del juez se estructura en secuencias monótonas, a veces forzadas, como las continuas broncas que el famoso juez da a su esposa aun antes de saber "la verdad". Su gratuito ceño fruncido adelanta berrinches innecesariamente. En las secuencias de amor, con los espléndidos desnudos de la Duval, la película parece adquirir su auténtico sentido. Se contemplan, al menos, con mayor respeto, aunque en los planos elegidos por el director figuren con frecuencia y en primer término las poco atractivas manos de la estrella: un buen mitómano trataría de disimularlas.En su aspecto físico reside, sin embargo, el atractivo principal de la película. Las abundantes cenas que aparecen en la acción son cocinadas por Lina Canalejas: la mujer del juez sólo disfruta con el sexo, se asusta, sufre y se venga, mintiendo cuando se traslada a Vitoria, cuando ve al chaval, Cuando habla con su amiga o come con desgana. ¡Tanta exuberancia para pasarlo mal!

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