El disco 'Leche y miel': John y Yoko, de nuevo
Algo más de dos años después de la muerte de John Lennon se acaba de editar en todo el mundo el nuevo disco del ex beatle asesinado, en el que colabora también, como sucedió en ocasiones anteriores, Yoko Ono. Un álbum largamente esperado por los aficionados, que viene precedido de una extraña historia que incluía la posibilidad del reagrupamiento de George, Paul y Ringo para completar las canciones que había dejádo inacabadas John, en un póstumo homenaje a su memoria y a su obra. Solución que, al fin, no ha sido la que se ha adoptado.La historia de la edición de este álbum póstumo del cantante rock, a pesar de ser anecdótica no deja de ser significativa. Frente a la posibilidad de resucitar el mito musical de los sesenta, Yoko Ono, heredera de John Lennon, compañera en su vida privada y colaboradora musical en numerosos proyectos, ha preferido hacer las cosas de la manera más cercana a como lo hubiera hecho posiblemente el propio John de estar vivo, y ha producido un disco en el que se reúnen seis canciones de cada uno, respetando escrupulosamente las grabaciones originales de Lennon tal como quedaron en el momento de su muerte.
Se podría argumentar, y así se ha hecho, que la artista japonesa utiliza en beneficio propio el mito de su compañero y la leyenda de su muerte. Sin embargo, las cosas no son tan simples. Reproducir el éxito de los Beatles con un nuevo álbum, que, se aprovecharía además de los avatares de la muerte de John, sería no sólo especular sobre una reunión bastante improbable, que no se había dado en vida y que tenía pocas posibilidades de darse, como resucitar un mito cuya continuidad, había roto el propio Lennon al separarse del grupo e iniciar una carrera en solitario que cuestionaba fundamentalmente la imagen y utilización del éxito que habían tenido.
Y ese no es un elemento secundario en la carrera en solitario del ex beatle, sino una constante conscientemente asumida y radicalmente desarrollada. Tanto en su etapa de experimentación sonora como en la de claro compromiso político, o en esta última de placidez hogareña y madurez vital, John Lennon había intentado -y, en buena medida, conseguido- romper la imagen de ídolo mesiánico y carismático, realizarse como artista creativo en su relación adulta con el público. Yoko Ono lo sabía y por eso ha elegido, al margen de otras consideraciones, la salida más coherente.
Canciones de amor
En Milk and honey reproduce la fórmula adoptada en el anterior disco de la pareja, incluyendo la portada, en la que repite una imagen similar a la de Double fantasy, una foto de ambos besándose.Los temas de Lennon son apenas maquetas, realizadas sumariamente con pocos instrumentos: guitarras, bajo, batería y, alguna vez, piano. En ellas aparece su capacidad creativa en plena madurez, canciones construidas con todo rigor, a las que sólo superficialmente afecta lo incompleto de los arreglos y la grabación. El sonido es correcto, y aunque no se puedan buscar sofisticaciones auditivas, el rock directo, vivencial, de John Lennon llega en toda su pureza y vigor. Canciones como Nobody told me, que se ha extraído en single, o sus incursiones por ritmos caribeños, como en Borrowed time, con su ligero aire de calipso, demuestran el inmejorable momento artístico en que se encontraba.
La participación de Yoko Ono es apreciable, aunque desde luego su genio creativo no esté a la altura del de su compañero. Sin embargo, no es desechable en absoluto el talento de una cantante y compositora que, contra tirios y troyanos, ha creado un estilo que, cuando menos, debe ser calificado de inteligente.
Babelia
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