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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El nuevo año del Insalud

El año pasado ha sido duro para el Insalud, que desconocía sus deudas, su plantilla, la situación de sus colaboradores y que hasta dependía de una doble jerarquía administrativa, según explica su director en este trabajo. Sin embargo, algo se ha hecho: se ha fijado la estrategia, un calendario y las prioridades, y se ha puesto en marcha un control estricto del gasto sanitario. Partiendo de ello y de una creciente austeridad -dice-, el futuro se presenta esperanzador.

Ha sido 1983 un año duro en el Insalud. Los medios de comunicación han sido un testigo de excepción. Durante 1983, el usuario de los servicios sanitarios de la Seguridad Social ha continuado quejándose, con razón, de recibir una atención. sanitaria defectuosa, de visitas médicas superficiales y rápidas, de listas de espera, colas, etcétera. Además, reclamaciones por deudas impagadas, huelgas y manifestaciones del personal, concentraciones reclamando que se abrieran o crearan hospitales, etcétera. El caso de las huelgas de hambre del constructor de Zaragoza señor Benavente, a quien. no se le pagaban deudas contraídas hace 10 años, es un ejemplo de cuál era la situación.Si a ello sumamos que el Insalud desconocía sus plantillas y las deudas que tenía contraídas con sus proveedores; que una buena parte de los 1.000 centros o servicios concertados (hospitales, servicios de hemodiálisis, ambulancias, etcétera) no tenía contrato y el resto lo tenía pendiente de revisión desde 1981, etcétera, podemos hacernos una idea aproximada de cuál era la situación. Para completar el cuadro, sólo falta mencionar la doble dependencia del Insalud: a efectos de política sanitaria, del Ministerio de Sanidad y Consumo, y a efectos financieros, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social; y el entramado legal existente, complejo y contradictorio en muchos. casos, que da una rigidez tremenda a la propia gestión.

Lo que había que hacer

Ésta es una breve descripción de la situación hallada en el Insalud, que hay que superar, y que expresa con gran claridad la necesidad de muchas reformas; entre ellas, la reforma sanitaria y la de la Administración pública.

Lo primero que tuvimos que planteamos era, ante tal maras.mo, por dónde había que empezar. Se abrían varias alternativas posibles: afrontar los problemas inmediatos -lo cual permite conseguir resultados a corto plazo, pero que, al no cambiar los defectos estructurales, no resuelve la situación para el futuro- o plantear cambios estructurales que supongan una verdadera aplicación de la reforma sanitaria, con resultados a largo plazo.

La estrategia adoptada fue mixta: mientras se ponen las bases que posibiliten la Reforma Sanitaria, en mayúscula, se inicia una acción día a día que va resolviendo los problemas inmediatos; es la reforma sanitaria, en minúscula. Con ello se combinan las actividades a corto y a largo plazo. En esta estrategia es muy importante tener una cierta perspectiva temporal para poder medir el alcance de las medidas que se proponen, por lo que hay que distinguir claramente la actuación del año de la de a medio plazo, que corresponde a los cuatro años de la presente legislatura.

Política económica

Había que definir, una vez fijada una estrategia y un marco temporal, las prioridades: dotar al instituto de un equipo de dirección a todos los niveles; conocer la situación real existente y ordenar los aspectos más irracionales; iniciar medidas de mejora de la atención sanitaria que recibe el ciudadano, tanto en la atención primaria como en los hospitales, compatible con la reforma sanitaria prevista, etcétera.

Todo esto había que hacerlo enmarcado en un ambiente de gran austeridad, ya que el presupuesto para 1983 -880.000 millones de pesetas, que el propio Insalud propuso inicialmente- quedó reducido, por sucesivos recortes -dentro de la política general de contención del déficit público, de la que el Insalud se siente solidario-, a 800.000 millones de pesetas.

De todo este programa, un aspecto clave ha sido poner en marcha un control estricto del gasto sanitario. Si por un lado, debido a la política de¡ Gobierno de contención del déficit público, existía una limitación clara en la asignación de recursos a la sanidad y por otro existía una voluntad política de llevar adelante la reforma sanitaria, se hacía imprescindible generar los recursos nécesarios partiendo de una mejora. de la gestión y de una toma de decisiones dificiles, pero objetivas, basadas en criterios de salud y en la solidaridad. Ésta es la posición progresista; es el único camino que, sin demagogias, permite llevar a cabo la reforma sanitaria que pretendemos, ya que una sanidad pública situada al borde de la bancarrota provocada por un gasto descontrolado cuestiona la propia viabilidad de la sanidad pública.

La política de austeridad y control del gasto aplicada ha sido importante, lo que ha supuesto que, mientras el presupuesto liquidado de 1982 creció un 22%, el crecimiento de 1983 se estima que será del 14%. y el presupuesto de 1984 prevé un aumento de sólo un 4%. Si además tenemos en cuenta que la población asistida pasará en estos mismos años del 85% al 92%. del total de la población, se ve claramente que el gasto real por persona ha disminuido sensiblemente. Para ello ha sido preciso aplicar una política rigurosa que invirtiese la tendencia de gasto creciente en la prestación farmacéutica y en la utilización de centros ajenos cuando los nuestros estaban a bajos niveles de ocupación, empezar a racionalizar plantillas, etcétera.

Lo hecho

¿Cómo se ha traducido, en la práctica, esta estrategia? ¿Qué medidas concretas se han adoptado en esa sucesión de reformas sanitarias, con minúscula?

En la atención sanitaria que recibe el ciudadano se han introducido las primeras medidas de repercusión inmediata: a nivel general, citación previa para consulta al especialista, la libre elección de médico de medicina general dentro de la zona, la cartilla para enfermos crónicos y la simplificación de determinados procesos administrativos (aplicados a las consultas sucesivas y al paso de un especialista a otro) que posibilita eliminar visitas y trámites innecesarios, iniciadas a nivel de pruebas piloto, que permiten su posterior aplicación generalizada.

Está en marcha una encuesta de diagnóstico sanitario para evaluar la satisfacción de profesionales y usuarios y confirmar las estimaciones sobre el número de consultas médicas y administrativas. Una realidad concreta de mejor asistencia es que se han acortado las listas de espera en los hospitales en determinadas especialidades y que para acercar la asistencia al ciudadano se han implantado dos medidas: el desplazamiento de los especialistas en determinados días a zonas en las que no hay ambulatorios y las unidades móviles de extracción de sangre y posterior entrega de resultados de los análisis realizados.

Puntos esenciales para una mejor asistencia eran la coordinación y la racionalización. Coordinación entre los dos escalones asistenciales, primario y hospitalario, y de los propios hospitales públicos entre sí, así como de los servicios de urgencias con la atención primaria y hospitalaria.

La reforma sanitaria

Partiendo de estos hechos, las bases para la reforma sanitaria son, por un lado, el importante capital humano con que cuenta el Insalud y la voluntad mayoritaria de mejorar el sistema, y por otro lado, los instrumentos jurídicos que adecuen la normativa a las necesidades reales. La plataforma y el cauce serán la ley de Sanidad y, a más corto plazo, la normativa sobre centros de salud, el plan de inversiones en atención primaria, la reforma hospitalaria y el código de derechos y deberes de los usuarios del Insalud, al que se dará amplia difusión para que los ciudadanos sepan lo que deben exigir de la atención sanitaria y cómo deben colaborar para obtenerla.

Las medidas adoptadas y las previstas para su entrada en vigor durante el próximo año harán que realmente en 1984 el ciudadano note el cambio en la sanidad.

Francesc Raventós Torras economista, es director general del Instituto Nacional de la Salud (Insalud)

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