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Los papeles del presidente de la II República

Incógnitas sobre las cajas

Manuel Martínez Azaña, sobrino de Manuel Azaña y director en Madrid de la revista La Pluma, afirma que "la familia sabía que los documentos ahora descubiertos estaban en manos de la Gestapo. Pero no hicimos nada por recuperarlos porque pensábamos que estaban perdidos, que no había nada que hacer. En realidad, deben de haber permanecido escondidos en un zulo, ¿no?, por que, de lo contrario ¿cómo iban a pasar inadvertidas catorce cajas?"."Es muy importante que estos papeles se recuperen", dice; "no solamente por la historia intelectual de aquellos días, sino por la cuestión estrictamente histórica, política. La noticia, tal como se ha dado, por otra parte, presupone que los documentos se le van a entregar a la viuda. Lo que no se dice es que Manuel Azaña tiene otros herederos, que son mi propia familia, mi madre y su hermanos. A mí, que me llamo Manuel Martínez Azaña, me llaman Manuel Azaña; eso no lo he podido evitar nunca, pero no me molesta ni nunca me ha molestado".

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Dice el sobrino de Azaña que ya ha puesto este asunto en manos de abogados, "y ya hemos escrito las pertinentes cartas al señor ministro del Interior, que parece que es el primero que ha tenido acceso a estos documentos, y, en fin...".

En cuanto a las memorias publicadas por Joaquín Arrarás, dice el sobrino del ex presidente de la República: "Por lo que yo leo ahora, parece que Arrarás tal vez utilizó parte de esos documentos para escribir aquel libelo que escribió que se llamaba Memorias íntimas de Azaña, y es posible que lo hiciera, porque, según parece, estos papeles fueron devueltos por la Gestapo, a través de quien fuera, al Gobierno español, y como este señor Arrarás y toda su pandilla eran los únicos que tenían acceso a esos papeles, pues supongo que los utilizarían. Lo que ignoramos es el tiempo que llevan en la Escuela de Policía".

Manuel Martínez Azaña vivió en España hasta el año 1960, "en que empezaron a ponerme bastante difíciles las cosas, a meterse conmigo de una forma bastante desagradables, y tuve que emigrar. Se metían comigo por el apellido, que ha sido de por sí como un estigma, tanto en el colegio, como en el colegio mayor, como en el servicio militar".

Se vino luego a España, puso la librería que ahora tiene, organizó la revista La Pluma -en su segunda época, antes era de Manuel Azaña-, "que no pedimos subvención para ella. Ahora se la hemos pedido a los socialistas, que nos la han negado; debe de ser una revista apestosa. Se la han cargado. Salieron ocho números con UCD y ninguno con los socialistas".

Recuerda de una forma vaga, pero precisa, a su tío, "que en los últimos años de su vida estaba muy compungido, muy triste. Aquellos tiempos fueron tremendos. Yo le recuerdo en su casa, sentado en un sillón muy grande, cubierto con una manta, siempre enfermo y siempre al cuidado de su familia. Y murió de tristeza, murió porque se le rompió el corazón. Esta es una frase que alguien ha escrito por ahí, pero que es cierta, porque tenía 60 años, pero parecía un hombre de 90".

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