Una terrible historia
Si el cine histórico español se ha inspirado preferentemente en el pasado, la actual mayor libertad de expresión permite acortar fechas y registrar en imágenes acontecimientos recientes. Es un riesgo, tanto porque los protagonistas, aún vivos, puedan incidir negativamente en la crónica filmada como porque la corta distancia de tiempo disminuya la necesaria objetividad. Costa Musté ha superado inteligentemente ambas posibilidades.La crónica de lo sucedido en Almería en mayo de 1981, cuando tres jóvenes fueron muertos con violencia por miembros de la Guardia Civil,/ha sido canalizada por -los testimonios ofíciales y por cuantos el director aporta de cosecha propia: lo que sigue desconociéndose de la realidad permanece igualmente oscuro en la película, aunque en ella se apunte una verosímil versión de lo ocurrido aquella tarde de Almería. El filme cuenta lo que puede contarse: la vida de los tres jóvenes, que se desplazaban al Sur para asistir a una fiesta, y el juicio, que pudo celebrarse tras su desaparición gracias a la energía y el valor del acusador particular. Cuanto sucediera en la penumbra (la posibilidad de torturas, por ejemplo) no aparece en las imágenes.
El caso Almería
Director: Pedro Costa Musté. Guión: Manolo Marinero, Nereida B. Arnau y Costa Musté. Fotografia:José Luis Alcaine. Música: Ricart Miralles. Intérpretes: Agustín González, Fernando Guillén, MargaritaCalahorra, Antonio Banderas, Iñaki Miramón, Juan Echanove, Manuel Alexandre. Drama. Española,1984.Locales de estreno: Benlliure, Caffifornia, Luna 2.
Es un testimonio directo, sobrio, preciso, realizado desde la conciencia de quien cree que el cine tiene aún capacidad para mantener viva la memoria colectiva. No hay excesos oportunistas ni dramatismos innecesarios.
En todo caso, sí hay torpeza narrativa. En la carrera de cualquier director, un primer filme suele ser la puesta a punto de cuanto conoce y el balance de lo que ignora. Pedro Costa Musté controla mejor su narración en la segunda parte, cuando el juicio se hace protagonista, pero carece de habilidad para alcanzar la misma seguridad en la primera, cuando se va tejiendo la tragedia alrededor de los inocentes muchachos. A ello le ayuda la eficacia de Agustín González y Fernando Guillén y la sensibilidad de Margarita Calahorra.
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