La cuestión lingüística, una bomba con efectos retardados contra el Gobierno belga
La cuestión lingüística se ha convertido en una bomba retardada contra el Gobierno belga, de coalición democristiana-liberal, que preside Wilfried Martens, y que en los últimos dos años ha sorteado toda clase de escollos por medio de difíciles compromisos.El jueves los diputados flamencos, mayoritarios frente a los francófonos, se unieron en el Parlamento para presentar una propuesta de proyecto de ley del socialista flamenco Mark Galle que prevé la obligación para los elegidos para cargos municipales de probar su conocimiento de la lengua de la región. Los diputados francófonos amenazaron inmediatamente con hacer uso del timbre de alarma. Este es un mecanismo inscrito en la Constitución belga, pero nunca utilizado, por el cual las tres cuartas partes de los diputados de un grupo lingüístico pueden enviar el problema al Gobierno para que sea éste el que decida, lo cual puede dividirlo profundamente.
Todo empezó con la elección de José Happart como alcalde de Fourons, un pequeño enclave francófono en la provincia flamenca de Limburgo y que constituye ya un eterno problema. Happart, francófono, no habla flamenco, y las autoridades regionales quisieron obligarle a que lo aprendiera. Así, el mismo jueves, reunida en colegio jurídico, la diputación permanente de Limburgo -que le había pedido pruebas de su conocimiento del flamenco-, según su interpretación de la ley actual, decidió cesar a Happart como consejero comunal de Fourons; la diputación estimó, sin embargo, que no podía cesarlo como alcalde, al haber accedido a este cargo por medio de un voto popular. De aprobarse la propuesta de proyecto de ley, la obligación se aplicaría no sólo a Fourons, sino también a los ayuntamientos que se encuentran en una situación similar en la periferia de Bruselas. Los ayuntamientos de la capital son los únicos totalmente lingüísticos.
El Gobierno belga se encuentra además confrontado al espinoso problema de la reforma de los grandes sectores industriales sobre una base regional. El tema más candente es el de la siderurgia, basada fundamentalmente en Valonia (francófona). El Gobierno belga, como los demás de la CEE, ha de entregar antes del 31 de enero a la Comisión Europea un plan de reestructuración de la siderurgia.
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