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El sociólogo Edgar Morin cree que "Ia cultura clásica está destinada al desgaste y a la anemia"

El sociólogo y antropólogo francés, Edgar Morin, que ayer inauguró en Alicante un curso sobre la contemporaneidad explicó que como alternativa para salir de la actual crisis de la cultura "es necesario un nuevo tipo de pensamiento multidimensional, integrador de los distintos aspectos de la realidad". El director del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia dijo también "que la cultura clásica está destinada al desgaste, a la anemia".

Para el sociólogo y antropólogo francés, Edgar Morin, el aspecto técnico de nuestra cultura actual limita la multidimensionalidad. "No se trata de conseguir un saber acumulativo, sino integrador de las diferentes vertientes de nuestra realidad". Recuerda cómo la reciente guerra del pan en Tunicia tuvo su origen, a su juicio, en la visión meramente economicista de los problemas de los pueblos, sin tener en cuenta otros, aspectos de la vida. "Asistirnos al desarrollo de una inteligencia ciega, que olvida las conexiones entre los distintos campos en que se mueve el homIbre de nuestro tiempo".Frente a la cultura humanista o clásica y la científica, la sociedad atraviesa un momento de cultura industrial, de los medios de cómunicación. En palabras de Morin, "una cultura de fácil digestión, una cultura para el consumo". El director del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia opina que vivimos un tiempo en que, en las sociedades desarrolladas, la situación cultural se presenta con rasgos muy inquietantes.

"La cultura clásica está destinada al desgaste, a la anemia. La científica está hipertrofiada". Después del descubrimiento de América, según Morin, no hubo ningún cambio cultural apreciable, y con la llegada de la cultura científica el vuelco es absoluto: "Una cultura totalmente distinta a la anterior, con gran cantidad de información, especializada y sin posible conexión entre ciencias humanas y naturales".

Morin, que manifiesta su permanente reflexión sobre el siglo XXI, se muestra reacio a profetizar sobre qué hemos de hacer para afrontar el próximo milenio: "Debemos rechazar la tentación de dar certezas. Hemos de vivir con la incertidumbre. Como decía Ortega, no sabemos lo que pasa, y eso es lo que pasa".

El intelectual francés aboga por la posibilidad de analizar corrientes, contracorrientes, peligros y oportunidades que ofrece nuestro mundo para entender un poco de la crisis actual del fin de nuestro siglo e iniciar el siguiente sin que nos sintamos sorprendidos: "El problema de pensar en el futuro es no estar ciego ante el porvenir. En la actualidad hay posibilidades muy diversas y extremas frente a nosotros, desde la destrucción del planeta, un progreso gigantesco o, por el contrario, una importante regresión en el terreno político. La cuestión esencial es que pueden ocurrir grandes mutaciones vitales. Los dos grandes peligros son el exterminio y el crecimiento del totalitarismo".

Parasitar a los ciudadanos

Morin es de los que piensan que "cuando los ciudadanos no tienen una mínima capacidad de control sobre el Estado, éste convierte a su población en enemiga: el peor de cualquiera de los Gobiemos está obligado a cumplir cosas de interés general ciudadano, pero a cambio se aprovecha parasitando a sus ciudadanos". La democracia, para el pensador francés, es esencialmente la ley de la mayoría, "pero también una regla para preservar la expresión de las minorías de cualquier tipo". Ésta, según Morin, es la prueba de cualquier democracia: "La protección sin control de cualquier Estado es nefasta para las libertades de las gentes, y algunos principios de la democracia, como el respeto de los derechos humanos, aumentan los peligros, aunque esta contradicción debe ser afrontada".

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