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Extremistas musulmanes se atribuyen el asesinato del rector de la Universidad Americana de Beirut

Malcolm Kerr, ciudadano norteamericano y rector del más prestigioso centro de enseñanza superior de Oriente Próximo, la Universidad Americana de Beirut (AUB), fue asesinado ayer por la mañana, y el atentado que le costó la vida fue reivindicado poco después por Jihad Islamía (Guerra Santa Islámica) el grupo que se ha responsabilizado de la mayoría de las acciones violentas perpetradas contra la fuerza multinacional y también del secuestro, el pasado martes, en la capital libanesa, del primer secretario de la Embajada de Arabia Saudí.

El rector Kerr, de 52 años, salía del ascensor y se dirigía a su despacho, en el tercer piso del principal edificio del recinto universitario, cuando un desconocido le disparó a quemarropa dos tiros con una pistola de 7,65 milímetros de calibre, provista de un silenciador. Un proyectil atravesó un pulmón del catedrático, que ingresé cadáver en el hospital Americano.Inmediatamente después del atentado, marines del contingente militar norteamericano destacado en Líbano acordonaron el centro universitario, mientras el Ejército regular libanés cercaba el barrio de Manara, en un infructuoso intento de impedirla huida del asesino y dos cómplices.

Como su predecesor en el cargo, David Dodge, secuestrado durante un año por un grupo proiraní, Malcolm Kerr había nacido en Beirut de padres norteamericanos, hablaba perfectamente árabe, y después de haber dado clases de Ciencias Políticas en la universidad de Los Ángeles optó por regresar a Líbano para dirigir desde hace año y medio la famosa AUB.

Durante su gestión al frente del centro universitario, cuyo presupuesto alcanza los 86 millones de dólares (14.500 millones de pesetas), Kerr se había esforzado por mantener a la AUB al margen de las luchas fratricidas que desde hace casi una década desgarran a Líbano. Así, obligaba a los estudiantes que se matriculaban a firmar un papel en el que renunciaban a participar en actividades políticas en el marco de la universidad.

Pero ni esta medida ni sus frecuentes llamamientos apaciguadores consiguieron preservar estos últimos meses al santuario universitario, en el que los enfrentamientos a navajazos entre alumnos cristianos y musulmanes chiitas se han ido multiplicando hasta el punto de obligar varias veces a la policía a intervenir disparando al aire para disolver a los contrincantes. "Tememos", declaró Kerr recientemente a un medio de comunicación norteamericano, "que' la violencia irrumpa permanentemente en el campus".

Ninguna organización podía reprochar nada a Kerr, al que sus estudiantes entristecidos calificaban ayer de hombre "justo" e "imparcial", mientras los dirigentes libaneses condenaban el nuevo acto de barbarie" y la propia Jihad Islamía reconoció, en un comunicado leído a la delegación de la agencia France Presse en Beirut, que el rector era solamente "la víctima de la presencia norteamericana y francesa en esta tierra". "Les prometemos", añadía, "que no quedará ningún norteamericano o francés en esta tierra".

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Jiliad Islamía asumió también ayer la responsabilidad del espectacular secuestro del primer secretario saudí, Jussein Abdallah Farache, que "será juzgado según la ley islámica y pronto su cuerpo será tirado", según anunciaron supuestos activistas de esta organización.

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