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Los 'marines' seguirán en Líbano a pesar del informe de la comisión sobre el atentado de Beirut

"El presidente ha tomado sus decisiones. Primero, aceptar la entera responsabilidad del incidente; luego, mantener la presencia norteamericana en el seno de la fuerza multinacional". Con estas palabras, el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes, informaba el miércoles por la noche de que Ronald Reagan no va a cambiar la política libanesa de su Administración. Horas antes se había hecho público un informe de la comisión especial del Departamento de Defensa que señala graves fallos políticos de mando y de inteligencia con ocasión del atentado suicida contra el cuartel general de los marines en Beirut, el pasado 23 de octubre, que costó la vida a 241 soldados del contingente estadounidense de la fuerza multinacional.

El documento señala también la necesidad urgente de establecer "medios alternativos para alcanzar los objetivos de Estados Unidos en Líbano y, al mismo tiempo, reducir el riesgo".Speakes afirmó en Los Ángeles, donde el presidente pasa las fiestas de fin de año, que el informe del Pentágono, que compromete al conjunto del mando norteamericano, no implica un cambio de la política de Reagan o que la decisión de mantener la presencia de los marines vaya a ser cuestionada.

No obstante, él portavoz informó de que se estudian "otros modos de despliegue" del contingente militar, en el "contexto global de la diplomacia" de su país en la región de Oriente Próximo y que el presidente tratará de este problema con su enviado especial, Donald Rumsfeld, antes del retorno de éste a la zona en conflicto.

El portavoz de la Casa Blanca reafirmó la importancia de la estabilidad del actual Gobierno libanés para la paz en la región y reconoció nuevamente que EE UU no estaba preparado para hacer frente al terrorismo en Oriente Próximo.

Speakes aseguró que por el momento no se ha tomado ninguna decisión respecto a un nuevo despliegue de los marines. Un alto funcionario, que insistió en conservar el anonimato "indicó el martes que el traslado a barcos anclados frente al litoral de Beirut era poco probable, habida cuenta de que en tal caso los otros contingentes de la fuerza multinacional se quedarían solos en suelo libanés.

Fallos a todos los niveles

El informe de la comisión especial del Departamento de Defensa, hecho público el miércoles por la noche en Washington, concluye que importantes fallos de mando, inteligencia y, política contribuyeron a la vulnerabilidad de las defensas de los marines y facilitaron el atentado contra el cuartel general de éstos en Beirut.

Speakes dijo que no discutía las críticas de la comisión Long sobre los fallos de inteligencia, pero afirmó que las capacidades de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) habían quedado muy reducidas durante el Gobierno anterior de Jimmy Carter. El entonces jefe de la CIA, Stansfield Turner, se apresuró a negar que durante su mandato se hubiera reducido el número de agentes o de medios en el exterior.

La comisión, compuesta por cinco miembros y nombrada el mes pasado por el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, está presidida por el almirante retirado Robert L. J. Long. El resultado de su trabajo fue remitido a Weinberger la pasada !emana y, al parecer, ha sido retenido durante varios días para dar tiempo a éste a estudiarlo y proponer al presidente la actitud a adoptar ante sus conclusiones.

La asunción por Reagan de las eventuales responsabilidades cierra la cuestión en el orden judicial (llegó a hablarse de la posibilidad de un consejo de guerra), pero no corta la polémica política en el Congreso y en la calle. Ya han surgido voces desde las filas legislativas demócratas, como la de la representante Mikulski, en petición de que Weinberger presente su dimision.

La comisión especial no recomienda acciones disciplinarias, específicas, pero pone énfasis en que aunque el mando puede delegar la autoridad, no así la responsabilidad. La actitud de Reagan, excluye que se instruyan procesos formales contra los responsables de negligencia, pero no otras informales medidas disciplinarias, que pueden afectar a sus carreras.

El documento asigna responsabilidades directas "por las pérdidas catastróficas" a los comandantes de las dos principales unidades de los marines en Beirut, el teniente coronel Howard L. Gerlach, herido en el atentado, y su superior, el coronel Timothy Geraghty, por la seguridad inadecuada en el cuartel general y por la concentración de tropas en un edificio. Al señalar también a la cadena de mando por no efectuar una supervisión efectiva, la comisión concluye que almirantes, generales y otros altos oficiales comparten las responsabilidades.

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