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Concedido el Premio Nacional de las Letras a Jean Genet

Jean Genet, premiado y maldito

El escritor, del que se desconoce su paradero, acaba de recibir el galardón en medio de la indiferencia de Francia

El autor que en 1966 hizo añicos toda la historia del moralismo francés porque el ministro de la Cultura y escritor, André Malreaux, consintió que se representara en un teatro nacional subvencionado Biombos (la obra que se valoró en la Asamblea Nacional de "vertedero de toda la mierda"), en su tarjeta de visita podría definirse de manera simple y precisa: Jean Genet, poeta, dramaturgo, escritor, novelista, ladrón, homosexual, ex prisionero, anarquista, enemigo de todo, amante de la violencia y, desde el pasado día 11 de diciembre de 1983, Premio Nacional de las Letras.Esto último no quiere decir, nada, en apariencia, para Jean Genet. Desde siempre, para que la policía no diera con él, se acostumbró a cambiar de domicilio, semanalmente por lo menos. Y en este momento de gloria nacional, cuando parece ser que ya no roba, continúa haciendo igual. De cuando en cuando aparece por el despacho de su editor para recoger su correo y un cheque (se dice que el producto de sus obras, muy sustancial, se lo da a los fuera de la ley), y ya no se vuelve a saber más de él. Con motivo del Premio Naicional de las Letras, su casa editorial, y un par de amigos consultados, lo más que pudieron decir es que Jean Genet tiene un domicilio con París, pero que no se sabe dónde está ni quién lo hospeda.

Es de suponer, aclaró una persona que lo conoce, que su piso esté por los alrededores de la plaza de Clichy, colindante con Pigalle, el legendario y cochambroso barrio chino parisiense.

Ni la gloria, ni el dinero, ni los libros escritos, ni nada, ni nadie ha cambiado, en nada, a este señor que nació de padres desconocidos, fue ingresado en un hospicio de Morvan (centro de Francia) y que a los 15 años ya lo encerraron en una cárcel para jóvenes; desde entonces se aficionó a la sombra, pero no a una sombra cualquiera, sino a la de la:3 cárceles. La homosexualidad de las cárceles le chiflaba.

La sombra de las cárceles

El año pasado se le convenció para que se narrara a sí mismo en un vídeo-libre: una parte se conoce, pero la obra sólo podrá publicarse después de su muerte. En el texto ya publicado, el propio Genet habla de la sombra de las cárceles: "Me gustaba volver a las cárceles porque, desde pequeño, no puedo decir que robaba para ir a la cárcel, naturalmente. Yo robaba para comer, pero esto me conducía, quizá intuitivamente, hacia la sombra, hacia la prisión".

Esta primera afición dice que la perdió cuando ya contaba unos 35 años, "porque fue por entonces cuando creo que agoté el encanto erótico de las cárceles; es decir, de las cárceles para hombres, claro está". Después le dio por viajar, y así conoció Grecia, y el sol, que se convirtió en otra pasión suya, además de que "Grecia es uno de los países donde la carga erótica es la más intensa". Aquí vivió dos de los amores más locos de su existencia, con un árabe, Abdallah, y Jean Carmin. El primero se suicidó y al segundo lo mataron los alemanes.

Desde que, a los años, vivió en el penal para niños, su odio a la sóciedad no se ha modificado, y si en un momento.le dio por, escribir fue por debilidad, según lo explica él mismo: "Escribir es el último recurso que nos queda cuando se ha traicionado. Desde la edad de los 14 años, yo ya supe que no podría ser más que vagabundo o ladrón; esto es, un mal ladrón". Y así fue durante muchos años, pero un día dejó de robar y escribió, y por ello concluye su razonamiento sobre lo que puede significar la escritura: "Escribir es, quizá, lo que.queda cuando uno se aparta del terreno de la palabra de honor".

El año pásado, en el referido vídeo-libro, se refirió a los prisioneros. Para el novelista de Milagro de la rosa hay dos clases de detenidos: existen los que roban porque tienen hambre y, de paso, van a la cárcel. Pero luego existen "los verdaderos prisioneros,Ios que aman la cárcel, porque detestan la sociedad o porque se aburren en ella".

Fue Jean Cocteau, muerto hace ahora 20 años -que, de otra manera, también fue un antisocial (era igualmente homosexual)-, quien lanzó a Genet, que, por unos momentos, les sirvió de pastó a los salones literarios y algunas duquesas ansiosas de novedad. Sus obras se representan continuamente en el mundo entero, pero ya va para 15 ó 20 años que no escribe, porque él mismo ha explicado que "estimo que ya he dicho todo lo que tenía que decir".

En todo caso, lleva ya dos o tres quinquenios rodando por el mundo, viviendo la pasión de todas las: causas imposibles. En EE UU estuvo para desfilar con las panteras negras. El día de las matanzas de Sabra y Chatila estaba en Beirut, e inmediatamente fue a reconocer la tragedia. Esto fue lo que provocó su pluma una vez más, y escribió un artículo para una Revista de Estudios Palestinos, en el que decía: "El amor y la muerte. Estos dos términos se asocian rápidamente cuando uno de ellos se escribe. A mí, me ha hecho falta ir a Chatila para percibir la obscenidad del amor y la obscenidad de la muerte. Los cuerpos, en ambos casos, ya no tienen nada que esconder: posturas, contorsiones, gestos, signos, silencios incluso, pertenecen a un mundo y al otro".

Desde hace 10 años, según su, propia confesión, los hombres bellos ya no lo aman como antes. Su única propiedad es una maleta bastante vieja, y también tiene dos trajes muy usados.

La concesión del Premio Nacional de las Letras de que fue objeto ha pasado más o menos desapercibida en este país. Diríase que a,los franceses les molesta que Genet, en definitiva, no haya hecho en su vida más que vivir como escribe. Eso no va con el carisma literario del acontecer de este país. El último artículo escrito que se le conoce lo publicó en el diario pariísiense Le Monde, y era, en definitiva, un encendido elogio de la violencia y de la banda Baader alemana. "Violencia y vida son, poco más o menos, sinónimos", escribía el hombre al que cualquiera puede encontrarse en cualquier parte y que no pertenece a ninguna.

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