El Ejercito de Tel Aviv protege la evacuación de los cristianos y los soldados falangistas del Chuf
ENVIADO ESPECIAL Por primera vez en seis meses, tanques Merkava israelíes han penetrado en el Chuf y han tomado posiciones en las alturas en torno a Deir el Kamar. Acompañarán a los camiones militares israelíes encargados de evacuar a los refugiados cristianos y a los soldados falangistas en su camino hacia Beirut. El Ejército israelí se ha comprometido, a petición y con el acuerdo de las dos partes (drusos y cristianos), a proteger la evacuación de los refugiados.
Los soldados israelíes que han llegado a Deir el Kamar para garantizar la seguridad de la evacuación están un tanto sorprendidos por el saludo hebreo -shalom, shalom- que reciben. Las mujeres arrojan puñados de arroz sobre un grupo de tanquistas. "Toda roba" ("muchas gracias", en hebreo), grita un viejo sollozando. Visiblemente conmovido, un joven chófer de un camión israelí murmura: "Estoy cansado de esta sucia guerra".Doscientos camiones militares israelíes transportaron a unos 2.000 falangistas a Beirut. Los refugiados cristianos serán conducidos en camiones a Jeezin, en el sur libanés, en el sector israelí. Varios miles de mantas de lana, regalo del Ejército israelí, serán destribuidas a las familias.
No todos los cristianos que figuraban en las listas de la Cruz Roja Internacional están dispuestos a partir. Decenas, tal vez centenares de familias prefieren permanecer allí. "No tenemos a nadie en Beirut ni en Jeezin. ¿Qué haríamos entre extraños? Estamos cansados de andar por todos los caminos", nos dice una mujer. A su alrededor tiene cinco niños silenciosos e inmóviles, como petrificados.
Junto a ellos, un hombre de unos 50 años, cojo, señala: "Preferimos seguir aquí. Al principio, es cierto, hemos sufrido mucho. No teníamos medicamentos y poquísima agua y comida. Pero después llegaron de la Cruz Roja Internacional y estamos bajo la protección francesa e israelí. El mundo no nos ha olvidado. ¿Por qué volver a ir hacia lo desconocido, hacia nuevas desgracias?".
El eterno refugiado
Extraña suerte la del eterno refugiado. Aprende rápidamente que no hay desgracia absoluta, sean cuales fueren sus sufrimientos. Tiene siempre que elegir entre dos desgracias.
Un primer contingente de falangistas armados está dispuesto a la salida. Los hombres suben al camión lentamente, como con desgana. "Volveremos", dice bruscamente en francés un oficial falangista de unos 30 años, "esté usted seguro de ello".
A nuestra pregunta de cómo podrán volver ya que han perdido la batalla, que los drusos la han ganado y que se ven obligados a evacuar Deir el Kamar, el oficial falangista me mira duramente y me dice: "Usted no ha comprendido. Nosotros, cristianos, hemos vivido siempre en el Chuf, donde vivimos desde hace 800 años. Usted se equivoca. No hemos perdido la batalla. Luchamos contra los drusos desde hace siglos. Cuando se pierde una batalla, se comienza inmediatamente a preparar la próxima. Nos vamos hoy, pero volveremos mañana con más gente y mejor armados". El joven oficial sube al camión, me mira fugazmente y después se dirige a sus hombres.
Varios centenares de refugiados piden volver a sus pueblos del Chuf, de donde huyeron el verano pasado. Se les explica que es imposible porque los drusos han rechazado cualquier repatriación de cristianos en esa región. "Pero si hay acuerdo, deberíamos poder volver a nuestras casas". No comprenden que ellos ya no tienen casa.
Los pueblos mixtos, donde cristianos y drusos han convivido durante siglos en el Chuf, quedarán sin sus habitantes cristianos. Walid Jumblat, se dice, quiere drusificarlos definitivamente.
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