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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Laura de los Ríos en la Institución Libre de Enseñanza

La autora de este trabajo subraya la labor educacional de Laura de los Ríos en el segundo aniversario de su muerte, que se conmemora hoy, 14 de diciembre. Con la creación de las colonias de vacaciones de la Institución Libre de Enseñanza, Laura de los Ríos realizó algunos de los ideales de la educación: comunicabilidad, diálogo y contacto cotidiano con los niños mediante el trabajo en equipo.

Hoy se cumple el segundo aniversario de la muerte de Laura de los Ríos. En principio, no veo muy claro el sentido de las efemérides, particularmente cuando las protagonizan personas de una determinada calidad y categoría, que obligan más bien a recordar todos los días su no aniversario, como en Alicia en el país de las maravillas Laura era una de estas personas cuya figura, mientras existió, mantuvo a quienes la conocimos prendidos en su simpatía y ternura pero al desaparecer, la figura se ha acrecentado y van apareciendo en ella perfiles y calidades nuevas que permanecían envueltas en el conjunto de su encanto. Su papel en los primeros momentos de agrupación y reorganización de la Institución Libre de Enseñanza, en el año 1978, fue fundamental. Vio con claridad cuáles debían ser las tareas y compromisos en el campo de la educación, asumió unas responsabilidades de las que se sentía acreedora, y fue en todo momento un espíritu joven y animoso que estimuló a todos en las iniciativas que se emprendieron. La situación era difícil: no había casa; los medios económicos eran precarios; la corporación de antiguos alumnos, dispersa y sin organizar... Sin embargo, comenzaron las actividades: excursiones, que ya un grupo de institucionalistas venía haciendo desde años atrás; charlas, coloquios y conferencias, pequeñas publicaciones, una exposición-homenaje a Ramón Menéndez Pidal al cumplirse 10 años de su muerte... Pero faltaba algo directamente relacionado con la educación: un contacto directo con niños, comunicación y trabajo con jóvenes actuales, y esta fue la tarea a la que Laura se lanzó con toda decisión reanudando en 1979 las colonias de vacaciones de la Institución Libre de Enseñanza, en la que ella quiso llamar su "segunda etapa", para definir, creo, una renovación en la continuidad; y las colonias se convirtieron en la más querida labor de Laura de los Ríos. Su interés por ellas no fue algo teórico ni contemplativo: tomó parte activísima y de modo directo en el trabajo; vivió y convivió con los niños, que es como realmente se educa; comprendió y alentó a los jóvenes profesores en sus ilusiones y dificultades, y dio dimensión orientación y estilo a una interesante experiencia educativa y convivencial integrada por un grupo activo, cuidada y estudiada en todos los aspectos.Una pedagogía antigua y muy actual

Como mis intereses y desvelos también están muy polarizados hacia las colonias, arrastrada des de un primer momento por el afán y entusiasmo de Laura, no puedo declararme imparcial en el asunto, pero pienso -y la experiencia ya de cinco años lo va confirmando- que en las colonias se conjugan una serie de factores del mayor interés: son el símbolo de pervivencia de una de las actividades pedagógicas peculiares de la Institución Libre de Enseñanza, y no la más desdeñable. Han permitido poner de manifiesto la vigencia de sus principios educativos, que algunos querían mostrar caducos. En ellas se ha llevado a cabo la actualización de una serie de detalles formales, aunque fueron planeados a través de las memorias de la institución, desde su comienzo en 1896 hasta 1936. Y sobre todo, de las colonias ha salido el grupo de profesores jóvenes que se han integrado perfectamente en la Institución Libre de Enseñanza, y con los que se han iniciado algunos trabajos y experiencias pedagógicas que es de esperar continúen desarrollándose.

Este fue el gran reto para Laura de los Ríos: su espíritu siempre joven sabía que hay que vivir en un presente real y útil a los demás, y ella supo articular en este presente el espíritu y las raíces fundamentales de la Institución Libre de Enseñanza, sin perderse en simples evocaciones sentimentales que, por gratas que resulten, pueden correr el riesgo de quedarse en recuerdos.

No quisiera dar la impresión de una Laura personalista o actuando en solitario. Al contrario: uno de sus mayores afanes era lograr aunar los esfuerzos de todos. Y tenía un arte especial para aglutinar a las gentes: niños, jóvenes y menos jóvenes, en una tarea común doblemente válida por ser de muchos; sus llamamientos a todos para colaborar en las tareas eran constantes, y ese esfuerzo se vio compensado ton una serie de logros, no espectaculares, pero bastante significativos.

Con su ausencia es evidente que la tarea de la Institución Libre de Enseñanza se ha hecho más áspera y dificil; el estímulo que ella suponía, sus criterios siempre claros y certeros, su sensibilidad y equilibrio se echan en falta constantemente.

Una educación para todos

El futuro de la institución, con sus ilusiones, inquietudes y proyectos, sería un poco más cierto si aún tuviera entre sus miembros a la persona que tanto afán y entusiasmo puso en la labor por ese futuro, caminando con paso seguro hacia unos ideales muy claros.

La enseñanza española necesita volver la vista y tener en cuenta a espíritus como el de Laura de los Ríos, conscientes de la necesidad de hacer llegar la educación a todos, convencidos de que el trabajo en equipo es siempre la vía más eficaz, y el respeto, la única norma esencial de convivencia; hacen falta personas que compartan, fomenten y protejan la alegría de los niños y les hagan sentir y descubrir las bellezas de la vida.

Personas que no se limiten a teorizar, sino que tomen contacto auténtico con la realidad y den ejemplo con su actitud.

La institución, en la que tantos afanes e ilusiones puso Laura, ha vivido sin ella dos años más, en los que se han iniciado, aún de modo incipiente, nuevas actividades en el terreno de la educación, y a través de ellas ha estado necesariamente presente su imagen.

Con absoluta consciencia de la esterilidad del lamento, resulta imposible evitar la añoranza: en la rutina de las tareas diarias, en la alegría de los pequeños logros que se van alcanzando y en la zozobra de los problemas que se presentan con la frecuencia propia de una labor que se inicia.

Sin encontrar el sentido claro a las efemérides, doy una vez más testimonio de admiración y cariño a la persona de Laura de los Ríos, y creo que con ello expreso el sentir de la Institución Libre de Enseñanza.

Elvira Ontañón es secretaria de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Institución Libre de Enseñanza.

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