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6.000 personas asistieron en Madrid al homenaje a Jesús de la Rosa, de Triana

Unas 6.000 personas asistieron el pasado miércoles en el palacio de los Deportes de Madrid, a lo largo de más de tres horas y media, al homenaje que sus compañeros de profesión rindieron a Jesús de la Rosa, recientemente fallecido en accidente automovilístico, cantante, teclista y compositor principal del grupo Triana, en una noche fría que no acabó de caldearse, como exigía la ocasión, a pesar de la buena voluntad derrochada por público y actuantes.

En la primera parte del concierto de homenaje a Jesús de la Rosa intervinieron los nombres más conocidos: Luis Eduardo Aute, que acompañado por Luis Mendo, del grupo Suburbano, a la guitarra, puso la nota intimista de la noche, sin conseguir conectar plenamente con una parte del público, que había acudido a la llamada de sonidos más rockeros. Víctor Manuel y Ana Belén interpretaron con su grupo algunos de sus temas más conocidos, dando paso a Miguel Ríos, que acompañado por los mismos músicos de Víctor y Ana cantó las dos únicas canciones que había tenido tiempo de montar: Bienvenidos y el Himno a la alegría. A lo largo de esta primera parte se encendieron en repetidas ocasiones mecheros y cerillas, que reforzaron los momentos de mayor emotividad.Se abrió la segunda parte con la actuación del guitarrista valenciano Eduardo Bort, que reaparecía presentando canciones de su último disco, después de ocho años de silencio. A priori era una actuación que podía tener mayor atractivo, puesto que era la único desconocido que se presentaba. Los tres temas que interpretó fueron bien acogidos, a pesar de una sección de cuerda más aparatosa que eficaz, que poco o nada añadía al toque guitarrístico, claramente santanero, del músico.

La Orquesta Mondragón -sin el guitarrista Jaime Stinus, que, como Manzanita, no pudo participar en el homenaje a consecuencia del cierre del aeropuerto de Barajas-, los cordobeses Medina Azahara y el guitarrista sevillano Manglis, colaborador de Triana en varios discos, completaron la noche sin mayores sorpresas.

Difícil de evaluar críticamente, la nota más destacada del concierto fue la solidaridad y el compañerismo, aunque no se consiguiera totalmente, responsabilidad en buena parte de unas presentaciones llenas de tópicos y convencionalismos, que no se limitaron cuando aparecieron sobre el escenario, como presentadoras invitadas que se sumaban así al homenaje, Massiel, Amaya, de Mocedades, y la mismísima Lola Flores, que se llevó un escandaloso aplauso, a medio camino entre la admiración y la comedia.

Desaparición de Triana

Con la muerte de Jesús de la Rosa es prácticamente segura la desaparición de Triana, ante las dificultades de los dos miembros restantes, que subieron al escenario en un momento que no consiguió mayor emoción, de seguir la labor del conjunto, debido en buena medida a la inspiración y al trabajo del músico desaparecido, pionero desde comienzos de los años setenta, cuando integraba en Sevilla el grupo Nuevos Tiempos, del rock andaluz, una forma musical que encontró en él, por encima de polémicas y el cierto declive sufrido en los dos últimos años, a un compositor inspirado, creador de textos algo primarios pero eficaces, y de músicas, que, a partir del soporte básico de la bulería, son fundamentalmente creaciones de ambientes límpidos, transparentes y de clara sonoridad.

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