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La eficacia antiaérea siria hace sospechar que las baterías están manejadas por técnicos soviéticos

La artillería antiaérea del Ejército sirio estacionado en Líbano demostró nuevamente ayer una sorprendente destreza al derribar dos aviones israelíes sin piloto. En total, los SAM soviéticos han abatido en dos semanas seis aparatos -dos norteamericanos y cuatro israelíes-, poniendo así de relieve la determinación de Damasco de impedir el sobrevuelo de sus posiciones militares por "aviones enemigos".Tanto la emisora de radio nacional libanesa como las privadas anunciaron a primera hora de la tarde la destrucción de dos aviones israelíes de vigilancia electrónica en la llanura libanesa de la Bekaa y en territorio sirio, pero el portavoz castrense en Tel Aviv sólo reconoció la pérdida del primer aparato.

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La sorprendente puntería de las baterías sirias desde que el 20 de noviembre alcanzaran en el cielo de Beirut a un cazabombardero israelí Kfir índuce a sospechar a los expertos militares occidentales aquí acreditados que puedan ser manejadas por técnicos soviéticos provisionalmente destacados en Líbano para asesorar a los 50.000 soldados sirios que controlan la tercera parte del país. Alrededor de 7.000 consejeros soviéticos residen en Siria, según afirma el Pentágono.

Durante la visita que efectuó la semana pasada a EE UU el presidente libanés, Amin Gemayel, el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Charles Percy, mencionó por primera vez la presencia de asesores soviéticos en Líbano, que evaluó en unos 500, pero no proporcionó detalles sobre su cometido.

Los agregados occidentales acreditados en Beirut suponen que su principal función consiste en enseñar a los militares sirios el manejo de los misiles antiaéreos que la URSS ha suministrado al régimen baasista de Damasco, que en octubre de 1980 firmó con Moscú un tratado de amistad y cooperación.

De ahí que en su comentario sobre el bombardeo aéreo estadounidense del domingo de posiciones militares sirias en el norte de la sierra del Chuf, a una veintena de kilómetros al noreste de Beirut, el diario libanés L'Orient-Le Jour expresase el temor de que el asunto desborde ampliamente las relaciones norteamericano-sirias si queda establecido que los que manipulan las baterías que abrieron fuego no eran sirios, sino soviéticos".

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Independientemente de que puedan ser técnicos soviéticos los que manejan los cohetes SAM-6 y SAM-9 que el Ejército sírio ha transportado a Líbano, los SAM-5 -cuyo alcance de 250 kilómetros les permite abatir aviones en el espacio aéreo libanés e israelí- instalados a principios de año cerca de Homs y Damasco sólo serían guiados, si llegan a ser disparados, por expertos de la URSS. Los militares sirios no tienen ni siquiera acceso a las bases en su país de estos poderosos misiles, que por primera vez Moscú se ha atrevido a exportar fuera de los países del Pacto de Varsovia.

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Además de haber proporcionado a Damasco una densa red de defensa antiaérea, 19 barcos soviéticos, incluidos cuatro submarinos, están anclados a principios de diciembre en el Mediterráneo oriental vigilando los movimientos de la fuerza aeronaval norteamericana y probablemente comunicándoselos a la fuerza aérea siria, según afirmó ayer el teniente John Dawson, uno de los portavoces de la VI Flota.

Para llevar a cabo su primer gran bombardeo desde la guerra de Vietnam, la fuerza aeronaval norteamericana, embarcada en los portaviones Independence, Eisenhower y J. F. Kennedy, que navegan en aguas territoriales libanesas, parece haber subestimado la capacidad de respuesta de las defensas antiaéreas sirias al arriesgarse a atacar con 24 anticuados y lentos aparatos Corsair A-7 e Intruder A-6, a los que protegían un avión provisto de medios electrónicos para desviar misiles y cuatro cazabombarderos F-14 Tomcat.

Estos últimos aparatos llevaban regularmente a cabo desde septiembre vuelos de reconocimiento, que las baterías antiaéreas sirias intentaron en vano impedir disparando en varias ocasiones, pero sin alcanzarlos. Si los F-14 hubiesen sido utilizados el domingo en vez de los bombarderos de la fuerza aeronaval, es probable que ningún aparato hubiese sido tocado, pero los daños causados a las posiciones sirias serían también menores, porque la carga de estos aviones es inferior a ta de los Intruder y Corsair que efectuaron el ataque.

En este "bombardeo del tipo de la segunda guerra mundial", como lo describió una fuente militar occidental en Beirut, un Intruder derribado -también fue destruido un Corsair- cayó en territorio controlado por el Ejército sirio.

El cadáver de su piloto, teniente Mark A. Lange, debía ser entregado ayer a la Embajada de Estados Unidos en Damasco, mientras el copiloto, teniente Robert Goddinan, que logró saltar en paracaídas y fue capturado ileso por los sirios, permanecerá en prisión "hasta que se acabe la guerra y las tropas norteamericanas salgan de Líbano", según declaró el lunes por la noche el ministro de Defensa sirio, general Mustafá Tlass.

Ayer, por segundo día consecutivo después del ataque, la fuerza aeronaval norteamericana reanudó sus vuelos de reconocimiento sobre el territorio de Líbano que controla el Ejército de Damasco, sin que fuese disparado un solo cartucho contra sus aviones.

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