La ciencia española
En el número de septiembre/octubre de la revista The Sciences, editada por la Academia de Ciencias de Nueva York, la profesora Iris Engstrand, de la universidad de San Diego, relata, emocionada la aventura del científico español José Mariano Mociño, naturalista que continuó y arnplió la obra de sus maestros Martín de Sessé y Cervantes. Estos tres naturalistas, bajo los auspicios entusiastas de Carlos III y financiados por la corona española, formaron la Expedición Botánica Real, que en 15 años había explorado desde Alaska hasta Costa Rica, recogiendo al menos 10.000 muestras de herbario y realizando más de 2.0100 acuarelas naturalistas e infinidad de notas. Su trabajo dio origen a que se identificaran aproximadamente 17 nuevos, géneros y 271 nuevas especies.La noticia no tendría, si no sólo se refiriese a esto, más que el inmenso valor de recordar a los españoles a los grandes hombres de su época, frustrada por el oscurantismo de la época de Fernando VII. Pero, sin embargo, la profesora Engstrand tiene otras noticias importantes que darnos.
La primera es que las acuarelas de Mociño, perdidas a la muerte de éste, han sido recuperadas.
La segunda es que estas acuarelas, que estaban en posesión de la familia Tomer de Barcelona, han pas,ado a pertenecer al Instituto Hunt de Documentación Botánica, de la universidad de Carnegie-Mellon, en Pittsburgh. Sin duda la cornunidad científica internacional está de enhorabuena; pero, corno dice la ilustre profesora, los botánicos ya están peregrinando a Pittsburgh para estudiar dichas acuarelas.
Entre ellos, sin duda, estarán botánicos españoles que se preguntarán asombrados:
1. ¿Saben el Ministerio de Cultura o el de Educación algo sobre la fuga de este legado científico español, que fue financiado por una institución científica española e impulsado por la Corona española?
2. Si lo saben, ¿piensan hacer algo al respecto?
3. ¿Se podrá pasar el señor Solana por Pittsburgh una vez que haya conseguido saludar a Woddy Allen? /
