El segundo sitio de Arafat

CATORCE MESES después de haberse visto obligado a abandonar Beirut, cercado por las fuerzas armadas de Israel, Yasir Arafat está nuevamente sitiado, pero ahora por un ejército árabe, el sirio, y miles de palestinos rebeldes a su autoridad, que desde el viernes parecen haber iniciado una ofensiva generalizada contra su último reducto: los campamentos de refugiados palestinos del norte de Líbano de Badaui y Nalir el Bared. La conquista de este último por las fuerzas enemigas fue anunciada ayer por el propio jefe de la resistencia, atrincherado en su cuartel general de Badaui, donde 10.000 civiles y, 5.000 fedayin, pobremente armados, esperan ahora el golpe de gracia que la sublevación palestina asestará a la legitimidad que encarna Arafat, aún presidente del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de: Palestina. El desenlace de la guerra interpalestína puede, sin embargo, prolongarse unas semanas más si Abu Aminar -nombre de guerra de Arafat- y sus seguidores optan por trasladarse a Trípoli, situada a tan sólo cinco kilómetros al sur de Badaui, para librar, junto a sus aliados antisiríos del Movimiento de Unificación Islámica (fundamentalistas islámicos), que controla la ciudad, de 400.000 habitantes, su última batalla contra las tropas del presidente sirio, Hafez el Assad. Pero, como ya hizo hace un año en Beirut, Arafat puede renunciar a combatir y emprender nuevamente el camino del exilio.El jefe del Estado sirio aparece en todo este conflicto como el principal artífice del destronamiento de Arafat, un líder que conserva toda su, popularidad entre los palestinos asentados allí donde no se encuentra el Ejército sirio. Ayer, una vez más, los habitantes de los territorios de Cisjordania y Gaza, ocupados por Israel, se manifestaron a favor del viejo, como le llaman cariñosamente sus partidarios. Aprovechando un cierto malestar en las filas de la OLP, causado por la aparente predisposición de Arafat a aceptar el plan de paz del presidente norteamericano, Ronald Reagan, el régimen baasista sirio alentó políticamente la disidencia palestína, la ayudó con su Ejército a expulsar manu militari a los palestinos leales de casi todas las zonas de Líbano donde aún estaban instalados e intenta desbancarle de la dirección de la resistencia palestina. Al margen de una tensa relación personal con el líder palestino, Hafez el Assad pretende conseguir someter a la OLP para disponer de un temíble instrumento de presión ante sus adversarios árabes y ofrecer a Estados Unidos, en una,eventual negociación, la cabeza de una resistencia palestina autónoma e independiente a cambio de sustanciales contrapartidas. Arafat, que desde su refugio de Badaui lanza inútiles y desesperados llamamientos a los jefes de Estado árabes para que emprendan mediaciones, no pierde ocasión de denunciar un "pacto norte americano-sirio para acabar con la resistencia Palestina", y asegura que Ios sirios van a acabar en Trípoli lo que los israelíes empezaron hace un año en Beirut: la liquidación de la OLP".