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Política exterior e interior en Suecia

Los suecos, más preocupados la economía interna que por el desarme

La del desarme es una preocupación casi monotemática, obsesiva y permanente de Palme, uno de los pocos verdaderos luchadores por la paz que van quedando en la escena internacional, y cuya dimensión en este terreno es, probablemente, minusvalorada o no suficientemente conocida por los propios suecos. Como presidente de una comisión internacional de encuesta, Palme sugirió hace más de un año, en un informe ya célebre que ha recibido su nombre, la creación de una zona en el centro de Europa -a los dos lados de lo que un día se llamó el telón de acero- de la que desaparecieran los cohetes nucleares de corto alcance ahora allí estacionados. También es constante en sus intentos de crear una zona desnuclearizada en el norte del Viejo Continente, y en otros aspectos de la política internacional sigue siendo, al menos teóricamente, mediador oficial entre Irak e Irán en la búsqueda de una solución negociada que ponga fin al conflicto entre ambos países.Los ciudadanos que llevaron a Palme al poder hace un año parecen, sin embargo, más preocupados por cuestiones domésticas que por la instalación, de los euromisiles y el protagonismo indudable de su primer ministro en el terreno de la política internacional. Los suecos se siguen mostrando orgullosos de su neutralismo, aunque no ocultan su preocupación y perplejidad tras las incursiones que submarinos soviéticos de bolsillo hicieron hace meses hasta el mismo centro de Estocolmo. Esta amenaza soviética, sentida tan de cerca en dicha ocasión, lleva incluso a algunos sectores de la derecha a preguntarse si no es preciso un mayor alineamiento con Occidente y menores reticencias de las que Palme acostumbra a demostrar frente a Washington. Y estos deslizamientos hacia la derechización general de la opinión pública, que dio el triunfo mayoritario a los socialistas hace solamente un año, se ven reforzados por una de las polémicas más notables que han surgido en la última década y que logró concentrar a 70.000 manifestantes en Estocolmo el día 4 de octubre, en una demostración multitudinaria contra la política económica del Gobierno.

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Palme: "Los euromisiles son militarmente inútiles"
Los fondos colectivos de asalariados

El debate trata sobre la creación de los fondos colectivos de asalariados, mediante los cuales los sindicatos controlarán gran parte del capital de las empresas suecas. El sistema, más detalladamente explicado en estas páginas por el corresponsal de EL PAÍS en Suecia, se resume en el propósito de destinar una parte de las ganancias de las empresas a la compra de acciones de las mismas, con objeto de generar una participación de los empleados en la propiedad y en la gestión de las compaftías. El Gobiemo señala que éste es un viejo proyecto del partido socialdemócrata, hoy más justificado que nunca por el hecho de que las empresas suecas, que se han beneficiado de la devaluación decretada por Palme hace un año y de las congelaciones salariales y la política de austeridad, invierten en su propio país, donde la mano de obra es cara y donde las cifras de paro (un 4%) comienzan a preocupar en una sociedad acostumbrada al pleno empleo. La oposición burguesa acusa al Gabinete socialdemócrata de encaminar a Suecia hacia un modelo propio de la Europa del Este, y señala que no se opone a la compra de acciones de las empresas por parte de sus empleados, incluso recibiendo apoyo financiero de las compañías, pero a título individual.

Las encuestas, sufragadas por empresarios y partidos conservadores, aseguran que más de la mítad de los suecos está contra el proyecto de ley y que apenas un 20% lo apoya conscientemente. Es verdad que la opinión pública no se muestra muy entusiasta ante el mismo, especialmente porque teme que el poder de la burocracia sindical, que a la larga será quien administre los fondos, sea demasiado fuerte en un país sometido ya a estrictos controles sociales. Los conservadores ven en el tema de los fondos una oportunidad de desgastar al Gobierno de cara a las elecciones de 1986. Los socialdemócratas opinan, sin embargo, que el debate auténtico está en la capacidad del Gobierno para generar empleo y frenar la inflación.

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