Cosas díferentes para personas diferentes
Con muy buena respuesta de público, equipo interior de vídeo con pantalla gigante, un magnífico sistema de ampliación y una organización que ha sabido adaptarse rápidamente a las circunstancias, se ha desarrollado, el IV Festival de Jazz de Madrid, segundo que se celebra en el Palacio de los Deportes. Pero el detalle más destacado en estos aspectos de organización no son las calidades técnicas antes indicadas, sino el hecho de que, por primera vez, se ha descentralizado el festival, pues se ha coordinado el programa de forma que los grupos que en él participaban estuvieran también en otras ciudades españolas.La gente del jazz ha dado definiciones pintorescas y simpáticas de esta música. Véase el muestrario de algunas de las más célebres: "El jazz es el ritmo y el swing"; "El jazz no es lo que haces, sino la forma en que lo haces"; "El jazz es eso, jazz, y, no trates de complicarlo, porque dejará de ser jazz". Y la que quizá sea la más feliz de todas: "El jazz son cosas diferentes para personas diferentes".
Esta apoteosis de liberalismo hace que bajo la rúbrica de jazz puedan caber, incluso dentro de un solo festival, desde el desenfrenado ritual de Cecil Taylor y sus bailarines hasta el swing irrefutable de los hombres de Count Basie, pasando por el nuevo academicismo de los hermanos Marsalis y la perfección cálida del Modern Jazz Quartet. Algunos admiten incluso que quepa el recital de Gary Burton y Chick Corea tocando música de cámara, en su rnayor parte no improvisada, con un cuarteto de cuerda. Toda esa ambigüedad estilística se ha articulado, come no podía ser menos, en el envío central de ese bop duro que se resiste a dejar de prevalecer, y que es difícil que deje de hacerlo, porque es el tipo de jazz donde el solista encuentra márgenes mayores de libertad sin perder el sentido de la forma, la estructura y eso tan propio del jazz que es la conciencia de tocar con otros. El hard bop, que, como buen jazz, puede entenderse de muchísimas maneras, ha sido practicado en el festival de forma excelente por el cuarteto de Tete Montoliu con Harol Land, el grupo All Stars, de Joe Farrel y Joe Henderson, y uno de los llamados teloneros, el sexteto Transatlantic.
El festival ha tenido dos triunfadores. El principal, por supuesto, ha sido Miles, Davis, protagonista de una tumultuosa primera sesión donde, con algunas intermitencias, estampó su firma de músico genial. El segundo, sin duda alguna, ha sido el pequeño gigante Johnny Griffin, un histórico que vino a sustituir a otro, Dexter Gordon, y que justificó de sobra su presencia tocando lanzado, a tope, en un set magistral, rubricado con un breve solo de saxo tenor que dio como propina, según él, para no dejar inquietos a los nativos.
Otros héroes del certamen
Otros héroes del festival han estado entre los segundos, los acompañantes: George Cables y Louis Hayes, pianista y batería del grupo de Henderson y Farrell; Darryl Johns, maravilloso bajista eléctrico, soporte del ritmo con Miles Davis; Ronnie Matthews, piano con Johnny Griffin; John Heard y Roy McCurdy, bajo y batería del cuarteto de Tete Montoliu...
Y algunos momentos para recordar: Miles aproximándose al flamenco en un solo de trompeta con sordina; el simpático Sweet Lorraine, de Earl Warren, o el sobrecogedor St. James Infirmary, de Joe Newman; Joe Farrell barrido por su propio pianista, George Cables, en la interpretación de Body and Soul; los juegos preciosistas del Modern Jazz Quartel en una pequefía marcha; un solo de vibráfono de Gary Burton, oasis jazzístico en el desierto del perfeccionismo hueco.
En fin, ya dentro de lo anecdótico, se puede recordar también el enfrentamiento de Johnny Griffin con uno de sus eternos enemigos, a quienes teme tanto que incluso ha compuesto un tema para exorcizarlos; la aparición en los entreactos de algunas grabaciones históricas de Louis Armstrong o el vuelo rascado de un avión de papel, que cruzó a todo lo ancho el Palacio de los Deportes entre el entusiasmo de la multitud. El jazz es tan ambiguo que puede esconderse, a veces, detrás del arte de la papiroflexia.
Babelia
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