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Jornada pacifista en Europa

Una impresionante multitud gritó no a la guerra en la manifestación de Roma

Juan Arias

La de ayer fue, una jornada de marcas históricas para el pacifismo europeo. Un millón de personas en Roma (la concentración masiva más impresionante de los últimos tiempos), otro millón en la República Federal de Alemania (200.000 de ellos formando la mayor cadena humana que se recuerda, de 108 kilómetros de longitud), un cuarto de millón en Londres.... En los tres países (Italia, Reino Unido y RFA) en que comenzarán a instalarse los euromisiles, la gente se lanzó a la calle masivamente, a pesar de que las convocatorias no contaban con el respaldo de los respetivos Gobiernos. También en Estocolmo, Viena, París y Nueva York hubo manifestaciones pacifistas, aunque de menor entidad. Mientras Reagan acusaba a la Unión Soviética de "explotar" las manifestaciones antinucleares como parte de una campaña, "para intimidad a Occidente", su invitado, Bettino Craxi, primer ministro italiano, afirmaba en Washington que los primeros misiles de crucero se instalarán en Sicilia en la primavera (y no en diciembre) y el diario londinense The Guardian aseguraba que el primer cohete del mismo tipo que se instalará en el Reino Unido llegará a la isla el 1 de noviembre. Entre tanto, las perspectivas de un acuerdo en las conversaciones soviético-norteamericanas de Ginebra son cada vez más remotas.

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La manifestación pacifista celebrada ayer en Roma ha sido la demostración de masas más imponente de los últimos tiempos en la capital italiana. "Somos un millón", decía un título en rojo a toda página de la edición extraordinaria de Paese Sera, que muchos levantaban en alto. Y lo eran, según los organizadores. Quizá más.La gran plaza romana de San Juan de Letrán, escenario siempre de tantos encuentros multitudinarios, esta vez se quedó pequeña para albergar a cuantos quisieron gritar ayer en Roma su no contra la guerra.

Más de medio millón de personas tuvieron que quedarse apiñadas en las calles adyacentes sin conseguir entrar en la plaza. Dos grandes procesiones de creyentes y no creyentes, llegados de toda Italia, recorrieron todo el centro de Roma, desfilando durante más de tres horas para llegar hasta San Juan de Letrán.

La gran manifestación fue como una explosión de creatividad en sus eslóganes, pancartas, banderas, estandartes, bailes y cantos. Muchos niños de corta edad en los hombros de los padres jóvenes. Muchas parejas abrazadas. Muchas familias enteras cogidas de la mano. Puños cerrados levantados en alto y frailes con el rosario.

Gritos de "Italia, fuera de la OTAN" y de "No hay paz sin Cristo". Había banderas con la hoz y el martillo y muchos estandartes de santos. Pero fue la pancarta de un niño de nueve años, en forma de cometa hecha con trozos de caña, la que más llenó de ternura, la más fotografiada. Decía: "También el Sol ríe si hay paz". Pero el tiempo fue inclemente ayer en Roma, con viento frío y llovizna molesta durante todo el día.

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Nunca hubo en Roma una marcha seguida por gente tan heterogénea. Participaron, en efecto, más de 2.000 comités para la paz, representantes de consejos de fábrica, de sindicatos, de órdenes y congregaciones religiosas, monjas y feministas.

Hubo un lanzamiento de globos blancos gigantes en forma de misiles. Y cuando a las cinco en punto de la tarde la sirena dio la señal y un altavoz propaló música electrónica qué retumbaba en los oídos de la gente, todo el mundo se echó al suelo firigiéndose muerto.

Terminada la escena simbólica del exterminio atómico, los altavoces lanzaron al aire las notas de la Novena sinfonía de Bethoven y la gran plaza estalló como en una fiesta.

Mientras tanto, fuera de la plaza, cerca de la Embajada de Estádos Unidos, varios centenares de jóvenes de ex Autonomía Obrera, con la cara cubierta con pasamontafflas, se enfrentaron con las fueirzas del orden, con bastones y otros objetos, tras haber volcado algunos automóviles. La policía hizo uso de gases lacrimógenos. Hubo algunos heridos leves.

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