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Crítica:TEATRO /'AMOR CONTRA EL TIEMPO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Se aparece Shakespeare

Amor contra el tiempo, sonetos de Shakespeare.Versiones de Agustín García Calvo. Intérpretes: Agustín García Calvo y Denis Rafter. Músicos: Juan Carlos de Mulder y Ramón González-Arroyo. Adaptación musical: Juan José Rey. Coordinación: María Ruiz.

Teatro Español. Madrid, 20 de octubre de 1983.

Agustín García Calvo, de brocado, plata y cuero, grandes lazos rosas en el calzado, melena y chuletas grises y crespas de viejo león romántico, recita en una saleta del teatro Español algunos de los sonetos de Shakespeare de su antigua traducción (Anagrama, Barcelona, 1974). Los actúa, los representa y, brevemente, los apoya con sus comentarios.

Los análisis de los sonetos de Shakespeare, de su ambigüedad de una posible homosexualidad o de un amor oculto por una dama morena o quizá oscura (dark), en la que alguna vez se ha querido ver a la mismísima reina Isabel, constituyen una charada erudita en los últimos siglos.

García Calvo trasciende su análisis -y, por consiguiente, el sentido de su traducción- a una filosofía del amor, a una naturaleza doble del amado, a una opción por la sustancia aristotélica, a una -me pareció entender- especie de duplicación de la infinitud de Dios... Quizá convenga añadir, sin demasiada fe en la teoría, que una escuela contemporánea los declara objetivos. Lo contrario de lo que creyó Wordsworth (',... with this key - Shakespeare ulocked his heart"), que ya desdeñó Browning ("Did Shakespeare? If so, the less Shakespeare he!").

La restitución del actor

El vocabulario de García Calvo es rico y sin prejuicios: va de lo familiar a lo culto, de lo figurado y coloquial al concepto depurado. Encuentra mejor el sentido del original, aun por encima de los juegos de palabras, que la sonoridad -que no desdeña-, como en la trasposición del soneto LXXVII o en la ambigüedad antológica del XX, que resultan hallazgos de expresión propia y de fidelidad. No siendo actor profesional, su aliento, su mirada perdida, su ademán, tienen una grata espontaneidad imperfecta de fin de fiesta: la fe y la pasión que puso en la traducciónla pone ahora en esta interpretación. Gusta escucharle.

El actor irlandés Denis Rafler restituye, recitando el original, la sonoridad de Shakespeare, su acento, su misterio, su riqueza. Es admirable en García Calvo su decisión de atravesar la experiencia de dejar seguir su traducción por el verbo propio de Shakespeare, y su recitado por el de un profesional.

Rafter canta además, bien entonado, algunas de las canciones para la obras de Shakespeare, acompañado por un romano gordito -Ramón González Arroyoque toca la flauta barroca y un ar19quín soñador -Juan Carlos de Mulder- que tañe el laúd (hay en el mercado un disco de Edigsa, Shakespeare songs, bellamente interpretadas por el Deller Consort).

Es un espectáculo probablemente minoritario, pero estimulante y grato.

La respetada y admirada figura de García Calvo ofrece algo más que este curioso aspecto, con sus excelentes traducciones y sus breves comentarios, y Shakespeare está continuamente presente. No sólo no se le ahuyenta o se le trata de perfeccionar, sino que se le invoca: y se aparece.

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