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Carlos Cano: "Tras el 'cambio', siento que la gente se domestica un poco"

El cantante presenta en Madrid su último disco

Gabriela Cañas

Suena ahora en las emisoras nacionales una de sus últimas canciones, el Tango de las madres locas, como sonaba hace años la historia de un emigrante llamado El Salustiano. Carlos Cano, un muchachote alto y moreno, de profesión cantautor, le hizo coplas a Andalucía y a la libertad y ahora le canta a las argentinas madres de la plaza de Mayo, pone música al caso Almería e ironiza sobre el cambio con una canción como Lo metamorfosis, de su último disco, Si estuvieran abiertas todas las puertas, -que presenta esta noche en el teatro Salamanca de Madrid. Ahora Cano cree que el cambio ha domesticado a los artistas.Carlos Cano nació en Granada hace 37 años. A pesar de que se le suele vincular estrechamente a Andalucía, niega ser un producto de su patria. "En un momento dado era importante hablar de la bandera andaluza", dice Carlos Cano; "pero yo estoy por encima de las banderas. Ahora, por fin, puedo reivindicar las cosas que me conmueven, que son la soledad y el silencio como fuerza. El silencio como tiempo que hay que recuperar, como algo positivo. La soledad, como un espejo donde mirarse y saber que se está vivo y que hay que comunicárselo a los demás. Leí el otro día una frase de Bergamín que decía: escribir es pensar y pensar es comprometerse. Para mí, cantar es sentir y sentir es comprometerse. Esto explicaría canciones como el Tango de las madres locas o Elísa".

Carlos Cano admira a Brassens -"Se mantuvo digno, rebelde, en su sitio hasta el final"-, y habla con gravedad y vehemencia de todo lo que le preocupa sin perder, en cambio, la calma. En la música, la ironía es su arma. "Eso es muy andaluz", comenta, "como la cancioncilla de La Niña de los Peines, que cantaba por bulerías: 'Ay, caray, caray, mire usté que fiesta va a haber en CaL Y con el hambre que vamos a pasar, mire usted que grasia tiene este país".

Con ironía habla Cano de las madres locas, "mientras que. los generales se dan al tango por los portales", y con ironía. canta al cambio democrático. Porque Carlos Cano, indómito personaje, piensa que la gente está empezando a "domesticarse", y que los hay que "impunemente están utilizando los mismos métodos inmorales para trepar y conseguir el poder, de la misma manera que se hacía antes y que ellos mismos criticaban".

Carlos Cano, de actitudes graves y austeras, dice que sí, que es serio, pero no triste. "Me gusta la conversación, sentir la sensibilidad de la persona con la que converso y mirar a los ojos. Quiero sentirme vivo". Y añade: "Quizá no exteriorizo la alegría como los demás. Soy un andaluz que no sabe bailar, pero me gusta ver bailar a los demás".

Ser cantautor es, para él, como ser un juglar, un trovador que cuenta la vida. Le gusta estar en Granada, pero también ir a Madrid o a Barcelona, porque "cinco de cada diez personas de las que tengo que ver son amigos y me da mucha alegría reencontrarlos". Casado, con dos hijas, vive en la vega granadina, donde se ha hecho una casa blanca. "Tiene rejas, olivos, gallinas y perros. Mi sueño era vivir en el campo y tener geranios en las ventanas. Siento que he puesto mis cimientos. Decía Hemingway que siempre hay que tener un sitio donde volver, y ése es mi sitio donde volver".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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