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LA LIDIA / ZARAGOZA

Tomás Campuzano se llevó la cornada

Bien presentado, con trapío y astifino salía el primer y único toro que iba a tocarle en suerte a Tomás Campuzano. Flojo y perdiendo las manos en ocasiones había estado por el ruedo, de un lado para otro, con pasito trotón; no era toro de fiar y Campuzano lo sabía, aun así aguantaba el diestro sevilano de Gerena. Buenos fueron los ayudados por alto con los que comenzó esta corta faena de muleta, luego ya vinieron los avisos de peligro; dos derechazos daba el diestro cuando en el tercero el toro le recortaba el viaje y le buscaba las piernas. Lo mismo repitió cuando el diestro cambié de mano. Tan solo dos naturales soportó el toro, al tercero el derrote fue seco y certero. El pitón derecho había penetrado en el muslo izquierdo del torero. Por eternos segundos agarrado al cuerno se aguantaba Campuzano en un intento desesperado de soltarse de él, pero para cuando el toro lo dejó, la cornada era ya profunda.

Plaza de toros de Zaragoza

12 de octubre. Cuarta corrida del Pilar. Más de tres cuartos de entrada.Tres toros de Joaquín Núñez Cubillos, bien presentados y mansos. Uno de Alejandro García, cuajado y con peligro y aos de Luis AIgarra, intolerablemente inválidos. Tomás Campuzano. Una oreja que le llevaría a la enfermería. Parte médico: herida muslo izquierdo con dos trayectorias de 20 y 15 centímetros que arranca vena sacena y diseca femoral en longitud de diez centímetros. Shock traumático y pronóstico muy grave. Firmado doctor Valcarreres. Espartaco. En el toro de Campuzano ovación. Vuelta, y silencio. Enrique González, El Bayas. Silencio. Oreja, y palmas.

Un mano a mano

En un mano a mano entre Espartaco y El Bayas quedó convertida la corrida. No lo tuvo muy fácil el de Espartinas cuando le tocó Ediar a un bonito colorado y cuajado toro de Alejandro García. Rápido y con peligro se revolvía por el pitón derecho y Espartaco basó toda su faena sobre la mano izquierda.En el quinto, que era un Algarra intolerablemente inválido, vio Espartaco cómo se le tumbaba, al comienzo de la faena de muleta, en el mismísimo platillo. El diestro, con la muleta metiéndosela en la cara y el subalterno por detrás del toro, tirando del rabo, era una escena esperpéntica que duró más tiempo de lo deseado. Al final cuando se levantó no pudo hacer el diestro más que entrar a matar. De pena.

Poco pudo hacer El Bayas, ante su incomodo primero que entraba a la muleta con la cara alta. En el quinto, que era un blanco manso, bien presentado, astifino y que llegó con peligro a la muleta lo toreó bien en los medios cuando con cuatro ayudados por alto comenzaba lo que acabaría en oreja. Alejándose y dándole respiro le tendía la muleta para instrumentar dos buenos derechazos. Cumplidor y fácil también se le vio en tres naturales en donde el toro se le iba quedando tan corto, que llegó a ponerle los pitones en la cara. Tras este susto El Bayas se fue en corto y por derecho logrando la mejor estocada que llevamos vista hasta ahora en esta feria.

En el sexto que era un inválido manso que de salida saltó al callejón y después mostraría querencia a tablas, nada le hizo el diestro; el toro no se prestaba y El Bayas no anda muy sobrado de recursos.

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