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Cela: "He disfrutado como un loco escribiendo 'Mazurca para dos muertos"'

Publica su primera novela después de 10 años

Contento como un niño se encuentra Camilo José Cela tras lo que podríamos llamar su último parto literario, Mazurca para dos muertos, que Seix Barral le edita en su colección Biblioteca Breve, con una portada que evoca los romances de ciego, "que algo así es mi novela". Sin embargo, el autor de Viaje a la Alcarria -por cuya autoría se pregona ecologista avant la lettre -, se niega a hablar de esta nueva novela que ha sacado a la luz 10 años después de Oficio de tinieblas. Según Cela, el escritor se explica en sus obras. Y punto.

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"A mi juicio, de la literatura se habla mucho, demasiado. Eso que se preguntaba tanto, que cuál es el mensaje: no diga usted necedades, respondo yo. No hay más mensaje que el que toda obra humana lleva implícito y que depende de que tú, como receptor, lo entiendas o no lo entiendas. Pero creer que vas a arreglar el mundo con un libro de poemas sociales, pues es una barbaridad. Por desgracia, ojo, ojalá pudiese ser".Ríe con frecuencia y estruendosamente, cavernosamente. Cuando le pregunto si le molesta que fume en su presencia comenta: "¡No, qué necedad!", y me acerca un cenicero. El pasó de fumar sesenta cigarrillos diarios a la abstinencia total, y lo hizo de golpe: "Fue el día de San Notorio de 1978, y una vez una señora me preguntó por qué ese día. Le contesté que el proceso había sido inverso, que primero había dejado el tabaco y luego miré el calendario". También ha adelgazado dieciséis quilos, y se siente mucho mejor.

Aunque no quiere contar su nueva novela, sí se aviene a hablarnos de la aventura que ha sido esta última obra. "He disfrutado muchísimo escribiéndola. A mí, de la literatura, estoy descubriendo que lo único que me interesa es la pura creación. Yo he disfrutado escribiendo esta novela, encerrado a cal y canto trabajando desde enero hasta junio o julio de este año, sobre muchas cosas que tenía, sobre muchas notas. Ahora se edita, la edición sale bonita, probablemente se venderá o tendrá una buena crítica y habrá traducciones, pues me alegro mucho, y muy agradecido, pero, de verdad, lo que me interesa es la pura creación literaria, y estoy soñando con encerrarme otra vez con otro tema, suponiendo que no pasen otros diez años como pasaron desde Oficio de tinieblas".

Le pregunto si uno puede imponerse un calendario de novelas, una este año y otra el que viene, etcétera. "No hay un ritmo para escribir novelas. La gente me dice: hace mucho tiempo que no escribes una novela. Es para contestar: mire usted, el dentista de enfrente tiene sesenta años y no ha escrito ninguna. Esto es como una especie de embarazo, y llega un momento en que tú notas que tienes que soltar aquello, y se acabó. Entonces viene el parto, que en este caso de la literatura y por lo menos para mí es gozoso. Ese momento que dura varios meses o años".

El proceso que sigue Cela para escribir una novela es lento de gestación: "Yo tengo algunas cosas en la cabeza. Si alguna de ellas madura o germina lo suficiente, entonces sí. Comprenderás que si yo le dijera a un editor: mire usted, voy a escribirle tanto cada año, me daría lo que quisiera, pero eso sería un error, tan error como querer ganar dinero con la literatura. Con la literatura se puede ganar dinero, yo lo he demostrado, pero siempre y cuando no lo persigas. Si ganas es porque viene por añadidura, lo ganas por casualidad. Yo escribí La familia de Pascual Duarte, me la rechazaron los editores, nadie la quería, y de repente es una novela que empieza a venderse y da dinero. Ahora, como te tases estás perdido, porque empiezas a aspirar a uno de los premios que dan por ahí. Es como la mujer que se tasa, que, primero, eso tiene un nombre, se llama prostitución; y, luego, que se suelen tasar muy baratas".

Un suceso real

Aunque no quiere hablar de Mazurca para dos muertos, dice que el punto de arranque fue "un suceso en cierto modo real del que tenía conocimiento y que había pasado en mi familia. Más o menos va diluido en la novela, porque, claro, yo parto siempre de un punto de la realidad que pasando por la cabeza del escritor y saliendo, haciendo así, por su mano derecha es lo que se llama novela. Siempre hay un punto de realidad, en todo, incluso en las novelas más abstractas que puedan parecer, porque, en definitiva, todas las novelas son autobiográficas, en una dosificación determinada y en un tanto por cien de autobiografía inmediata o no inmediata variable. Como comprenderás, yo no maté a mi madre a puñaladas. Pero que en algún momento tú partes de vivencias personales, no hay la menor duda. Eso es lo que diferencia, probablemente, al novelista del que no lo es".Si le dices qué es lo que lee, qué libros le gustan, te responde que "yo no soy crítico literario ni historiador de la literatura. Además, soy muy mal crítico, hasta el extremo de que declaro y confieso mis limitaciones, porque si lo que leo coincide más o menos con mi estética me gusta mucho, y si no, lo rechazo, lo cual es una actitud injusta, pero por lo menos lo sé y lo digo, que hay muchos que lo saben y no lo dicen. Yo recuerdo que una vez leí una novela y me pareció estupenda. Luego la leyó mi mujer y dijo que era malísima; lo que pasaba es que parecía La colmena. Yo estaba encantado. Por eso yo sería muy mal crítico literario, pero no tendría por qué serlo; como el crítico no tiene por qué escribir una novela; es más, creo que dejaría de ser crítico objetivo si intentase escribir una novela".

Entonces él no cree, como otros autores, que los críticos no sirvan para nada: "Claro que la crítica tiene una función, claro que la tiene. Lo que pasa es que hay crítica buena y mala, como ocurre con la literatura. La buena, que es la que interesa, tiene la función de clasificar y orientar. Lo que pasa es que el crítico tiene que tener mucho talento. Y los hay que lo tienen. Los hay que no, y esos quedan descartados. Porque, además, la historia es infinitamente cruel y el tiempo borra todo lo accesorio. Tú fíjate qué poco queda de muchas gentes y lo mucho que queda de un Arcipreste o de Quevedo. Vamos, queda todo. Hay una justicia final. A mí una vez alguien me dijo que no entendía Oficio de tinieblas, y le dije: no se preocupe usted, ya la entenderán sus nietos".

De momento, sigue gozando de crear: "Todo me proporciona placer escribirlo. Aquí hay una cosa clara. Yo tengo 67 años, he trabajado como un bárbaro durante 45 años. Yo hoy podría retirarme y vivir de las rentas de mis libros. ¿Por qué no lo hago? Pues evidentemente porque lo que me gusta es seguir escribiendo, y meterme en unos berenjenales tremendos porque después me cuesta mucho trabajo, cuidado. Yo estoy en activo, cuando me retire ya lo anunciaré".

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