Enseñanza religiosa
Estos días hemos tenido en los periódicos, entre noticias verdaderamente graves, la llamada guerra de los catecismos. Algo que parece un juego de provocación con el convencimiento previo de que no hay riesgo.Por otro lado no veo la utilidad que para un niño de 11 años pueda tener el parrafito en cuestión; podría haberse citado también la violación. Es evidente que los padres de la Iglesia han echado un pulso al Gobierno socialista con vistas al pleito de la enseñanza y sabiendo ,que hay pocos riesgos. España es ahora una democracia, y dialogando habrá forma de llegar a un acuerdo; la mejor solución sería omitir el parrafito.
Esto me ha hecho meditar -a la vista de una fotografía que ha publicado una revista semanal- sobre el verdadero reto de la Iglesia o del cristianismo. No está en los países donde la libertad individual se respeta. ¿Han visto los señores de la Conferencia Episcopal esa muchacha chilena acribillada a quemaduras, despellejada, con un orificio sanguinolento en lugar de ojo, con un costado que deja ver parte de las vísceras? Todo ello custodiado por tres seres uniformados, tres servidores de Pinochet.
¿Por qué a este monstruo -y a otros que hubo, hay y habrá, con uniforme o sin él- no le hace frente la Iglesia (desde lo más alto) con todo su poder y con los evangelios en la mano? ¿Por qué a este carnicero de Chile se le da la comunión?
Cristo combatió a los fariseos, y resulta que aquellos que hablan en su nombre lo son. Hago excepción de esos hombres y mujeres que sí dan fe de Cristo cada día en cada rincón del mundo que más les necesita, incluso jugándose la vida. La jerarquía, el poder, como siempre, es el que nunca se compromete; sólo combate causas que de antemano tiene posibilidad de ganar. No se enfrenta al poderoso de la tierra para defender al débil; siempre calcula lo que puede ganar o perder.
