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El presidente norteamericano acusa la Unión Soviética de impulsar las acciones de Siria en la guerra de Líbano

Mientras el presidente norteamericano, Ronald Reagan, acusaba a la Unión Soviética de patrocinar a Siria en la guerra del Líbano -donde barcos norteamericanos continúan los bombardeos en apoyo del Ejército gubernamental-, el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes votó a favor de cancelar los fondos para los marines estacionados en aquel país a partir del 1 de diciembre, excepto si el presidente Reagan respeta la aplicación de la ley de poderes de guerra.

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La dimensión política de la guerra de Líbano ha adquirido nuevas proporciones en Estados Unidos desde la entrada en acción de la VI Flota, el pasado lunes, en apoyo del Ejército del presidente Gemayel, acosado por la milicias prosirias. El hecho supone una neta escalada militar de EE UU en el conflicto.La inquietud crece en los medios del Congreso norteamericano, donde existe el sentimiento de que la misión pacificadora de los 1.200 infantes de marina estadounidenses,junto a unidades militares de Francia e Italia, puede acabar envolviendo directamente a Estados Unidos en la guerra civil de Líbano. Congreso y Casa Blanca llegaron a un compromiso, pendiente del voto de las dos Cámaras, para que los marines permanezcan otros 18 meses en Beirut.

Reagan calificó de interés vital la presencia en el país de la fuerza pacificadora de EE UU.

Pero, a pesar del acuerdo de principio entre líderes del Congreso y el presidente, la continuidad de los combates en Beirut, con progresiva participación bélica estadounidense, preocupa a muchos miembros del Congreso. De ahí que el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes votara, por 26 contra 16, la prohibición de continuar facilitando fondos para las operaciones en Líbano a partir del 1 de diciembre.

Para que no fuera así, el presidehte Reagan tendría que someteise al Congreso, invocando la ley de poderes de guerra. Ley que, votada en 1973, en pleno conflicto de Vietnam, concede poderes al Congreso para ordenar, en el plazo de 90 días, la retirada de tropas norteamericanas que operen en el extranjero.

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Entretanto, la Administración Reagan se esfuerza por convencer al poder legislativo y a la opinión pública de,la necesidad de continuar con la presencia militar en Líbano. Además del presidente Reagan, el secretario de Estado, George Shultz, justificó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado la presencia de marines en Beirut.

Shultz criticó también el apoyo soviético a Siria, "país que considera Líbano como parte de su territorio nacional". Sin embargo, los argumentos de Shultz ante los congresistas se vinieron casi abajo cuando.el general Paul Kelley, comandante de los marines, confundió la misión de sus hombres en Líbano y dijo ante el comité del Congreso "los soldados que hemos enviado a Vietnam...".

El lapsus freudiano provocó que Shultz se llevara las manos a la cara, mientras el general intentaba poner las cosas en claro. Ninguno de los dos consiguió convencer del todo a los congresistas del riesgo de que Líbano pueda convertirse en otro Vietnam para EE UU.

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