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31º Festival de Cine de San Sebastián

Homenaje a Anna Magnani, una mujer del pueblo

Abría su enorme boca y aquel grito conmovía íntimamente al espectador. Miraba con sus grandes, desgarrados ojos negros, y nada de lo que veía permanecía ya como antes. Anna Magnani no era sólo una espléndida actriz, sino la encarnación de aquella mujer del pueblo que luchó en la resistencia o se enfrentó a la posguerra con más arrojo que medios, y que el cine italiano supo descubrir cuando colocó sus cámaras en la calle, lejos ya de los falsos estudios que Mussolini había creado a su mayor gloria.Nadie pudo igualarla porque su talento no dependía de un método interpretativo o de la moda de una época. Anna Magnani se ofrecía a sí misma en cada película, tomando de cada personaje cuanto coincidía con su propia tragedia o con su amor por la vida. Era ella la obra maestra, y así lo explicaron cuantos directores la incluyeron en sus filmes. Rossellini o Cukor, Passolini o Renoir, Daniel Mann o Stanley Kramer, Tennessee Williams (que le dedica un enamorado párrafo en su libro de memorias) o Federico Fellini, que filmó sus últimas imágenes cuando la actriz regresaba, cansada de vivir la noche, a refugiarse en su apartamento de Roma.

Una importante parte de la historia del cine italiano lleva la impronta de la actriz a la que no hizo cambiar el oscar que le otorgó Hollywood, cuando la reclamó para interpretar La rosa tatuada, ni el entusiasmo de cuantos aplaudieron su talento a lo largo de 30 años. Regresó para ser la Mamma Roma que Pasolini había soñado, con el mismo Praner entusiasmo de Romma, citá apperta, Bellísima o L'amore: fue carne del pueblo, sin sofisticación ni rebuscamientos, como incluso había sido en aquella elegante Carroza de oro que Renoir convirtió en homenaje a la historia del teatro italiano.

Ahora, el festival de San Sebastián dedica una retrospectiva a Anna Magnani coincidiendo con el décimo aniversario de su muerte. Una ocasión extraordinaria para recapitular sobre su trabajo, quizá más afortunada que la que unos entusiastas distribuidores trataron de organizar en las salas comerciales española! de hace unos años y que obtuvo una fría acogida por parte del público, como si Anna Magnani pudiera ser sustituida u olvidada.

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