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El creciente interés de Washington por el Magreb

La primera visita oficial de un vicepresidente de Estados Unidos a los tres países del Magreb arroja pocos resultados concretos. Cierto es que el propio George Bush había limitado el contenido de su viaje a una simple tarea de recopilar datos sobre la situación en Marruecos, Argelia y Tunicia para buscar las vías y los medios útiles a que puede recurrir la Admínistración norteamericana para sostener la reconstrucción en curso del gran Magreb.

Los tres países magrebíes se han visto unidos significativa mente al reprochar al enviado del presidente Reagan la política, "a sentido único", de Washington en el candente tema palestino. La frustración tal vez haya sido mayor en Marruecos, como daba a entender un editorial del diario independiente Al Magreb, del antiguo primer ministro Ahmed Osmán, al señalar que en el Medio Oriente EE UU defiende

una política "que refleja la poca atención que prestan a nuestras propias opiniones, aunque se fe liciten de los dos siglos de amistad americano-marroquí...",

En las tres capitales visitadas por Bush se le ha recordado a éste que los países árabes han ido, más allá en la vía del ftituro diálogo con Israel, a través del plan dé paz elabórado en la cumbre árabe de Fez, que introducía el reconocimiento mutuo de Tel Aviv y la OLP; que Estados Unidos, en el camino de sus relaciones con los árabes, se autocalifiquen, o no, de prooccidentales o progresistas. El vicepresidente norteamericano ha señalado. a sus interlocutores que su país no va a cambiar de política en Medio Oriente, por estimar que la actual es "la más acertada".

Los países magrebíes han estimado que Washington ha corrido con la responsabilidad de obstaculizar la presencia de los principales países occidentales en la reciente conferencia de las Naciones Unidas sobre Palestina, celebrada en Ginebria. El boicoteo de estos países se suma a la larga lista de gestos que las capitales árabes consideran impropios de una política de neutralidad en el referido conflicto.Sin embargo, en las capitales visitadas por Bush no se niega tampoco que la propia debilidad y desunión del mundo árabe facilita un tanto la emergencia de esa política antiárabe del mundo occidental, detrás de la cual se hallaría Washington. Las buenas palabras de Bush no parecen haber hecho mucha mella en la sensibilidad herida de los magrebíes.Por el contrario, las conversaciones entre el vicepresid ente de Estados Unidos en torno a la situación del Magreb se saldan, en apariencia, con un balance positivo. Estados Unidos no desea introducir la querella Este-Oeste en una región de tan alta sensibilidad para los intereses estratégicos y para la propia seguridad del flanco occidental europeo. Por lo menos, éste es un buen punto, que ha sido recogido con interés tanto en Rabat como en Túnez o Argel.

Pero,,y éste es el gran interrogante que queda, en las tres capi

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tales que acaba de abandonar Bush lo que queda por realizar es más que lo ejecutado hasta ahora. El conflicto del Sáhara occidental ha dejado de ser un casus belli entre Argel y Rabat, al menos en función de la buena voluntad expresada por las dos capitales, tras la entrevista entre Hassan II y Chadli, lo que no significa que esté en camino de ser solucionado a breve plazo. Argelia y Marruecos, significativa mente, han pedido a Bush que EE UU juegue un papel moderador. Para conseguirlo hará falta toda la inteligencia de las computadoras del Pentágono y el Potomac.

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